“En su día nos planteamos entrar bisabuelas regularmente pero priorizamos la bioseguridad aún a costa de saber que podemos perder algo de avance genético”
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Francisco Núñez es un ejemplo a seguir para todo aquel que tenga pensado iniciarse en el mundo de la ganadería. Él lleva vinculado al mundo del porcino desde los 16 años, trabajando en granjas por cuenta ajena y posteriormente con su propio negocio.
Su vocación le viene de familia. Su padre ya compraba y vendía cerdos en la zona de Castilla-La Mancha, así como en otras zonas de Levante. En aquella época (años 60-70), su padre jugaba un importante papel en el movimiento de cerdos por estas zonas de la Península; además, no era un tratante al uso, en la medida de sus posibilidades fue abriendo y ampliando su mercado, en una época en la que no había camiones. Y Francisco esto lo vivió de pequeño, haciendo que naciera en él una gran afición.
Con 18 años, Francisco ya trabajaba en otras granjas, y así continuó hasta el año 2000, momento en que, con 39 años, compró un bancal y comenzó a pedir hipotecas para hacer su sueño realidad.
En el año 2001 integró la granja con Agroturia, con los que trabaja desde entonces.
El hecho de integrarse con Agroturia le ayudó mucho, reconoce, porque le facilitaron los estudios de viabilidad de la granja. Además, también fue importante por el tema financiero: “Tener un contrato con una compañía importante te abre las puertas de los bancos”.
De este modo, reconoce que le resultó más fácil conseguir la financiación necesaria para llevar a cabo su proyecto, puesto que las entidades bancarias valoraron muy positivamente el hecho de que hubiera “una compañía solvente detrás” que iba a garantizar los ingresos.
Después de un largo recorrido de cara a los bancos, con permisos muy costosos, por fin vio la recompensa cuando obtuvo la autorización para criar 450 cerdas con lechones.
Con el dinero de la hipoteca de su casa hizo la nave de gestación, y empezó a producir sin que le hubiera llegado aún la electricidad, funcionando con un grupo electrógeno. Posteriormente, volvió a hipotecarse para hacer parideras y lechoneras, y así obtener su ciclo completo.
En 2007 solicitó una ampliación que también fue difícil, pero finalmente consiguió llegar a las 1.300 cerdas.
La granja dispone de un núcleo genético para su propia reposición, salvo las dosis seminales que las compran a un proveedor externo.
Las abuelas y bisabuelas son de la misma raza (Largewhite en la actualidad, aunque también tuvieron Landrace).
“En su día nos planteamos entrar bisabuelas regularmente pero priorizamos la bioseguridad aún a costa de saber que podemos perder algo de avance genético”
La explotación en banda semanal, se compone de:
Francisco ya en el 2007 tenía cinco naves en funcionamiento, todas naves cerradas, salvo la de gestación con ventilación natural, con un buen aislante, ventanas y cumbrera.
Hoy en día en las salas de maternidad sí que cuentan con ventiladores y programadores, uno por cada sala.
En la nave de gestación no tienen calefacción, pero está bien aislada y en invierno controlan el ambiente a través de la apertura de las ventanas, quedando abierto el caballete. El aislamiento está reforzado gracias al panel sándwich.
En lechoneras la ventilación es controlada y en cada módulo hay un programador. La calefacción es de suelo radiante y dispone de humidificadores para bajar la temperatura en verano.
Para la construcción de las naves, el propio ganadero se ha encargado de ellas, contando con la ayuda de los distintos profesionales. Miden 100 metros por 14-16 metros según la nave.
Las naves también cuentan con una caldera independiente de biomasa que funciona con hueso de aceituna. La temperatura se regula mediante programadores en todo momento del ciclo.
En su momento estos granjeros tuvieron que elegir el sistema de alimentación para las cerdas alojadas en grupo. Al final se optó por las jaulas de libre acceso, dando más espacio de lo que marca la ley. Para la gestión de la alimentación de las madres, el pienso en gránulo es proporcionado por Agroturia.
A las madres se les da de comer dos veces al día.
Además, conforme avanza la gestación se aumenta la ración del pienso para evitar las deficiencias nutricionales.
Disponen de dosificadores con una regleta, pesando exactamente la cantidad de pienso proporcionada según la etapa de gestación.
Los comederos en maternidad son de acero inoxidable, mientras que en gestación son de hormigón.
En esta granja tienen muy en cuenta la sanidad y la bioseguridad. Los purines salen de la nave por una tubería que cruza toda la granja y llega a una balsa de recepción. Por otro lado las cisternas que cargan los purines no traspasan nunca el perímetro de la granja, puesto que la balsa se encuentra fuera de este.
La Granja San Juan es una explotación libre de PRRS, por esto en la gestión de visitas semanales es la primera granja a la que acuden el veterinario, Julio Navas, así como los camiones de carga de los lechones, desvieje y los de pienso. De esta manera se evitan las posibles contaminaciones procedentes de las granjas que se encuentran en otro estado sanitario.
Los protocolos de bioseguridad pasan por tener en cuenta aspectos como la ubicación del contenedor de cadáveres –que está muy alejado de la granja– o seguir estrictamente el proceso de cambio de ropa y circuito lógico a la hora de pasar de la zona sucia a la zona limpia.
Los planes de desinsectación y desratización tienen un papel importante dentro del programa de bioseguridad y “con mucha constancia en el trabajo” han conseguido estar libres de plagas. La limpieza y desinfección de cada módulo se lleva a cabo de manera regular. Además los fosos de purín se higienizan con una máquina de agua caliente a presión, garantizando el correcto estado sanitario de la explotación. Además en los módulos de maternidad y lechoneras la limpieza se realiza con detergente previo a la desinfección.
Las visitas deben ponerse bolsas de plástico sobre el calzado hasta la entrada de los vestuarios, donde es obligatoria la ducha para acceder a la propia granja.
Cada semana tiene lugar el “todo dentro-todo fuera” en lechoneras y maternidad. Para Francisco Núñez, la parte más sensible de la granja “es la lechonera”, aunque reconoce que todas las áreas son importantes. “En caso de incidencia hay que estudiar por qué van mal”.
Uno de los momentos más delicados es “cuando les quitamos a las madres en el momento de destetarlos”. En esta nueva fase su entorno cambia, provocando un estrés adicional, ya que se mezclan con nuevos lechones pero siguen buscando a la madre, lo que provoca posibles problemas jerárquicos.
Teniendo resuelto el estado sanitario, los únicos problemas que han visto son alguna dermatitis y algún aborto en otoño.
Para el agua de bebida realizan tratamiento de cloro y análisis periódicos. Las medicaciones son en agua, pero de forma muy puntual, y siempre prescritas por el veterinario.
Otro aspecto muy positivo y que les ayuda a mantener el estado sanitario es que la granja se encuentra muy aislada. Únicamente a unos dos kilómetros hay una granja de cebo que pertenece a Agroturia y a 10-12 kilómetros otra de cerdas.
Para entrar en la granja hay que ducharse, ponerse el mono y cambiarse las botas. En el vestuario puede observarse el pediluvio y cómo cada trabajador debe tener dos juegos de botas.
Aparte del buen estado sanitario, la granja destaca por su homogeneidad. Tienen alrededor de 12,5 nacidos vivos, 11,7 destetados y muy poquitas bajas en maternidad. Trabajan para mantener siempre unas buenas y estables cifras en producción.
“Cuando disminuye el número de nacidos vivos, sabemos, por ejemplo, que en la gestación hemos alimentado mal”
Naves de gestión en libertad
Los animales están agrupados por tamaño, de manera que hay 22 por cuadra, con dosificadores en cada una de ellas. Cuatro semanas antes del parto se les ha aumentado el consumo de pienso. Dependiendo de si es invierno o verano, ingerirán mayor o menor cantidad de comida, y se vigila mucho el estado corporal.
Lechoneras
Aquí disponen de ventilación axial, y en las paredes hay instalados ventiladores complementarios. En esta fase se usan cuatro tipos diferentes de pienso: de maternidad, dos prestarter y un starter. La primera semana de destete se alimentan de papilla, y paulatinamente se va introduciendo pienso seco hasta los 10 días de destete, que solo se alimentan de pienso en tolva ad libitum.
Nave de maternidad (parideras)
En el momento del parto, deben contar con papel triturado de efecto secante en el suelo, al que se le añade desinfectante, de manera que el habitáculo ya esté preparado para que las cerdas paran.
En esta nave se observan algunas nideras, preparadas para las camadas más débiles, que las protegen del frío. Estas son habituales sobre todo en zonas donde las temperaturas son bajas. En estas nideras, los lechones tienen unos focos de calor para que se encuentren más confortables.
Realizan pre-destete, quitando los lechones de mayor peso. Los lechones se destetan a los 24-25 días.
Nave de gestación controlada
Aquí es donde las cerdas esperan para ser inseminadas y permanecen hasta los 28 días, cuando son positivas a ecógrafo y pasan a la gestación en libertad.
Se inseminan cinco días después del destete. En esta fase del proceso se aplican más horas de luz. Se hacen pasar a los cerdos, que están vasectomizados, por delante de las hembras para estimularlas. El quinto día se produce la cubrición.
Reposición
Aquí se alojan las futuras reproductoras. Las cerdas tardarán alrededor de siete meses y medio de vida en estar preparadas para la cubrición. La alimentación se dispensa a través de tolvas.