Patología & Diagnóstico
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La influenza porcina es uno de los actores relevantes y probablemente más subestimado, tanto por su participación en problemas respiratorios como por su impacto en el rendimiento reproductivo. |
Es bien conocida la capacidad de algunas bacterias causantes de zoonosis y resistentes a los antimicrobianos de transmitirse a la población humana, lo que puede dar lugar a enfermedades que no respondan eficazmente a los tratamientos (De Jong et al, 2009).
Para intentar controlar esta situación, la industria de producción porcina está trabajando intensamente para promover un uso más racional de los antibióticos, ya sea mediante reglamentos nacionales o las demandas y estándares de calidad de los clientes finales.
Sin embargo, la sanidad y el bienestar de los animales requieren un sistema altamente eficiente y económicamente sostenible para el control de enfermedades, lo que incluye la necesidad de mantener el uso tanto de antibióticos como de vacunas, junto con medidas de manejo y bioseguridad asociadas.
Estas acciones están siendo coordinadas y promovidas por las instituciones a nivel global, regional y nacional. Así, se ha definido recientemente el Plan de Acción Mundial sobre la Resistencia a los Antimicrobianos para hacer frente a la aparición y propagación de la resistencia a los antimicrobianos (RAM), que amenaza a muchos de los Objetivos de Desarrollo Global sobre la sanidad, la seguridad alimentaria, el medioambiente y el desarrollo socioeconómico.
Promovido por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y la Organización Internacional para el Control de Epizootías (OIE) en 2015 y refrendado en 2016, con una declaración política de alto nivel en la Asamblea General de las Naciones Unidas, busca proporcionar un sistema manejable que pueda facilitar la generación, recopilación y análisis de datos normalizados y fundamentar las políticas operacionales y estratégicas para la toma de decisiones sobre las RAM para los próximos 10 años.
Sus otros objetivos clave incluyen aumentar la disponibilidad y calidad de los datos sobre el uso y consumo de antimicrobianos, facilitar la consolidación de datos de múltiples orígenes y generar informes para los actores implicados.
Basar la prescripción en un diagnóstico realizado tras el examen clínico del animal por el veterinario.
Utilizar la metafilaxis antimicrobiana solo cuando haya una necesidad real de tratamiento, justificando y documentando la misma.
Evitar la profilaxis rutinaria y evitar los tratamientos por lotes prefiriendo siempre los tratamientos individuales.
Las directrices hacen especial énfasis en el registro de datos y su utilización posterior para la toma de decisiones fundamentadas incluyendo:
Toda la información relativa a los animales, la causa y la naturaleza de la infección y la gama de productos antimicrobianos disponibles que deben tenerse en cuenta al tomar una decisión sobre el tratamiento antimicrobiano.
La necesidad de reevaluar regularmente la terapia antimicrobiana utilizada para evitar la medicación innecesaria o fracasos terapéuticos.
Monitorizar las cantidades utilizadas de antimicrobianos de forma continua, asegurando que se tratan a los animales correctos, con la dosis adecuada y en la cantidad requerida.
Identificar cada lote con un código único, con el nombre de la granja, el código, el número de animales y las fechas de entrada y salida.
Finalmente, las directrices también señalan la importancia de una comunicación fluida entre los productores y el veterinario que conoce el estado sanitario de la granja, para permitirle poner en práctica las medidas de prevención oportunas.
¿Hemos mejorado realmente la sanidad en las dos últimas décadas?
La sanidad se ha definido como la capacidad de adaptarse y manejar desafíos físicos, mentales y sociales a lo largo de la vida (Hubert et al., 2011) y en este sentido, es un requisito previo para que se pueda expresar el potencial genético de los animales.
En producción porcina, y según esta definición, la sanidad suele medirse en función de la mortalidad o del uso de medicamentos.
Las enfermedades pueden ocasionar pérdidas directas por la mortalidad, descenso de productividad, restricciones comerciales y reducción del valor de mercado, llegando a comprometer la seguridad alimentaria (Dehove et al., 2012).
Por lo tanto, una sanidad deficiente se considera una limitación importante en la producción porcina actual, pudiendo ser el resultado de enfermedades infecciosas (endémicas, epidémicas y zoonosis), de trastornos de la producción y de contaminantes ambientales (micotoxinas), siendo generalmente multifactorial.
Durante las últimas décadas, la sanidad porcina no ha mejorado paralelamente a otros aspectos de la producción como el aumento de la prolificidad o la mejora en los índices de conversión (Tani et al., 2018).
Sigue habiendo muchas granjas en el mundo infectadas de manera endémica con enfermedades respiratorias, entéricas o patógenos sistémicos (Holtkamp et al., 2007) como PRRSv, Circovirus tipo 2, M. hyopneumoniae, Influenza porcina, cepas patógenas de E. coli, L. intracellularis, A. pleuropneumoniae, Brachyspira spp. o Streptococcus spp.
Las pérdidas han sido muy bien descritas para muchas de ellas por diferentes autores. En algunas, como la influenza, la importancia de su control se ve reforzada al tratarse de un patógeno (incluyendo la humana) en el que se han detectado la aparición de múltiples variantes con la intensificación de la producción (Van Reeth y Vincent, 2019).
En general, y dentro de lo que se ha denominado ‘Complejo Respiratorio Porcino’ que puede incluir la asociación de diferentes patógenos incluyendo la influenza, las lesiones pulmonares (neumonía y pleuritis) son comunes en cerdos de engorde, con una prevalencia que varía entre el 10% y el 50% (Meyns et al., 2011) y que son comparables a las prevalencias obtenidas durante las últimas décadas (Christensen y Cullinane, 1990).
El impacto de la influenza en la reproducción
En este contexto, la influenza porcina es uno de los actores relevantes y probablemente más subestimado, tanto por su participación en problemas respiratorios como por su impacto, menos descrito en la literatura, en la pérdida de rendimientos reproductivos.
Tiene una elevada capacidad de difusión, pudiendo ser transmitida tanto por personas infectadas como animales portadores, siendo las aves, y en particular las acuáticas, reservorios del virus.
Los serotipos se diferencian en base a las proteínas de superficie denominadas “H” y “N”.
Las tres cepas comunes que afectan al cerdo se describen como H1N1, H1N2 y H3N2, existiendo cepas dentro de estos serotipos con diferente patogenicidad.
Su período de incubación suele ser corto (24-48 h) y cuando el virus entra por primera vez en un lote de animales, suele generar un brote rápido con una clínica muy evidente (tos, fiebre, inapetencia y neumonía broncointersticial).
Se sabe que la enfermedad afecta a la reproducción, aunque solo recientemente se ha podido cuantificar de una manera precisa.
Impacto de la Influenza Porcina en los parámetros reproductivos
En un estudio reciente en 137 granjas alemanas, incluyendo un total de 60.153 cerdas (Gumbert et al, 2020), estudiaron el impacto de la vacunación frente a Influenza Porcina en los principales parámetros reproductivos (repeticiones, abortos, nacidos vivos y muertos y destetados por cerda y año), estudiando las semanas anteriores y posteriores a la vacunación.
PRE-VACUNACIÓN
Los resultados fueron muy concluyentes, ya que en el 79,8% de las granjas hubo un impacto negativo en la reproducción tras la aparición de síntomas clínicos y antes de la vacunación, con la siguiente distribución:
El estudio incluyó el efecto estacional, que no resultó ser significativo salvo para el mes de agosto y solo en cuanto a la mortalidad pre-destete. El tamaño de granja no influyó en los resultados.
Por otra parte, los mecanismos de transmisión a la descendencia no están claros, ya que los lechones nacen libres de influenza en granjas infectadas endémicamente.
Un trabajo reciente de la Universidad de Minnesota (Garrido-Mantilla et al, 2020) contribuye a aclararlo:
Los lechones parecen infectarse entre el nacimiento y el destete, puesto que los niveles de prevalencia comienzan a aumentar alrededor de las dos semanas de vida.
Una vez infectados, pueden diseminar el virus dentro de su propia camada o hacia otros animales tras el destete, ya que la inmunidad maternal no es perfecta, resultando según estos mismos autores entre un 25% y un 28% de lechones positivos al destete.
El hallazgo más importante de estos autores fue demostrar la diseminación de la enfermedad a través de la piel de las ubres de las cerdas contaminadas con las secreciones oro-nasales resultando, por tanto, los acoplamientos y las cerdas nodrizas en un factor de riesgo relevante a la hora de producir lechones positivos a influenza al destete.
Impacto de la vacunación frente a la Influenza Porcina sobre los indicadores reproductivos y respiratorios
En un estudio de diseño similar al de Gumbert et al. realizado en el Centro de Experimentación Porcino de Aguilafuente (España) con problemas de influenza se efectuó una vacunación a todas las reproductoras (con la vacuna Respiporc FLU3, Ceva Salud Animal) comparándose a continuación los 5 meses anteriores a la vacunación (agosto-diciembre 2018) con los 5 siguientes tras la aplicación, siendo por tanto un estudio longitudinal observacional.
Se registró el impacto en los indicadores reproductivos, así como el impacto en los brotes respiratorios y tratamientos derivados en la fase de lechoneras.
El estudio incluyó 460 cubriciones y los resultados mostraron diferencias significativas para los siguientes indicadores:
El estudio no mostró diferencias para el resto de los parámetros estudiados, resultando solo de interés las diferencias numéricas en el porcentaje de abortos (3,4 vs 2,4) y el número de destetados por cerda y año (25,9 vs 26,8) pre y post–vacunación, respectivamente. |
El impacto de la influenza en la sanidad de lechoneras y en el consumo de antibióticos
Finalmente, el estudio incluyó el seguimiento de los brotes respiratorios en lechoneras según el mismo diseño pre y post vacunal de las reproductoras. Los lechones no se vacunaron, simplemente provenían o no de reproductoras vacunadas.
Para el estudio se utilizó el sistema Sanitrax® para el control de enfermedades y tratamientos aplicados. Se trata de una aplicación sencilla para teléfono móvil que facilita enormemente la recogida de datos sanitarios y de uso de antibióticos desde la propia granja y que sigue todas las recomendaciones de las instituciones citadas anteriormente.
continuación, se muestra gráficamente la distribución de las patologías observadas en la granja antes y después de la vacunación (Gráficas 1 y 2), así como la evolución temporal de los brotes y tratamientos aplicados, sin tratamiento estadístico (Gráficas 3 y 4).
Los problemas respiratorios en el periodo prevacunal aparecían principalmente en el post-destete temprano, entre los 28 y 35 d de vida, con algún repunte en torno a los 50 d de vida, como muestra la Gráfica 3.
La Gráfica 4 muestra la evolución de brotes patológicos en el periodo pre y post-vacunal, siendo a partir de enero 2019, cuando todos los lechones provenían de reproductoras vacunadas, el momento a partir del que se observa una disminución muy marcada de los brotes respiratorios.
En esos mismos periodos se controló el consumo de antibióticos dirigidos al control de procesos respiratorios, observándose una reducción muy notable en su uso, resultando en 27,90 mg menos de antibiótico, que equivalen a 0,13 mg por animal entrado (Tabla 3).
Conclusiones
Podemos concluir que, en base a estudios recientes: El control de la Influenza Porcina mediante la vacunación debe empezar por las cerdas reproductoras debido al impacto negativo que la enfermedad tiene sobre los principales indicadores reproductivos.
La transmisión hacia el lechón debe intentar minimizarse controlando los movimientos de lechones entre cerdas, particularmente con las nodrizas, cuando hay brotes activos.
La vacunación de las reproductoras parece tener también un impacto positivo en la aparición de brotes respiratorios en su progenie en la fase de lechoneras, disminuyendo la prevalencia y la incidencia de la enfermedad en lechones provenientes de cerdas vacunadas.
Se disminuye, en consecuencia, el consumo de antibióticos necesarios para controlarlos, lo que está alineado con las estrategias de las instituciones a nivel global y con los requerimientos del mercado.