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La evidencia de esta frágil situación la podemos observar en las solicitudes de almacenamiento privado de carne: en sólo tres días se han solicitado algo más de 9.000 toneladas, todo un récord a pesar de no ser considerada la medida más adecuada para arreglar la situación del mercado. Sí que temporalmente alivia la presión, teniendo en cuenta sin embargo que lo que realmente se está haciendo es retrasar la problemática hacia periodos donde será más fácil recolocar este sobrante, que por el contrario puede ejercer de freno hacia una normalización de la situación comercial.
Nuestro sector ha mantenido un crecimiento productivo muy importante en los últimos años con una válvula de escape que es la exportación, con una vitalidad muy efectiva y además visible para el sector, pero que como siempre es un arma de doble filo al tener un elevado riesgo de intervenciones, poco razonables pero muy políticas, que pueden afectar a su buenhacer.
Seguimos trabajando al 150%, lo que sin duda aporta un fuerte vigor al sector con unas producciones que van mejorando año tras año, tal como se aprecia en las granjas galardonadas por productividad, que son la punta del iceberg de una profesionalización en mayúsculas que ha situado al sector como uno de los motores económicos de nuestro país. Pero a pesar de todo, la comercialización sigue siendo el punto crítico y la exportación demasiado vulnerable tanto a factores internos como externos.
Esta pujanza tiene sus consecuencias directas en la visualización de numerosas granjas en nuestro país y con ello la atención de ciertos inconvenientes, como son los purines, caballo de batalla en estos momentos de ciertos grupos pro medio-ambientales que sin necesidad de tergiversar mucho la realidad colocan al sector en una tesitura de culpables en la contaminación de los acuíferos.
Y este es uno de los riesgos más graves que tiene el sector, sobrepasar esta línea roja que tenemos que observar detenidamente, a pesar del crecimiento continuado que tenemos y que repercutirá de forma cada vez más intensa en la percepción de la población, que ya empieza a preguntarse si es necesario producir más de lo que consumimos en España, pero que es precisamente lo que ha generado la fuerza y firmeza del sector.
Compaginar crecimiento, comercialización y medio ambiente, un buen reto no apto para pusilánimes para este final de década.