La detección de residuos de antibióticos en animales en el momento del sacrificio es clave para minimizar su impacto sobre el medio ambiente, la economía de los ganaderos y la Salud Pública.
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La detección de residuos de antibióticos en animales en el momento del sacrificio es clave para minimizar su impacto sobre el medio ambiente, la economía de los ganaderos y la Salud Pública.
Desde el descubrimiento de la penicilina a comienzos del siglo XX, este y otros antibióticos han sido grandes aliados de la Salud Pública, mejorando el estatus sanitario no sólo en Medicina Humana sino también a nivel de producción animal.
Sin embargo, el mal uso o el abuso de los antibióticos es la base de la generación de antibiorresistencias, proceso por el cual los microorganismos dejan de ser sensibles a los antibióticos, que ya no serán eficaces para el tratamiento de enfermedades comunes.
Tan grave es esta problemática que la OMS (Organización Mundial de la Salud) considera la resistencia antimicrobiana como una de las mayores amenazas que la humanidad debe afrontar en las próximas décadas (OMS, 2017). |
A nivel mundial, se estima que para el año 2050 una inadecuada gestión del problema generará una pérdida acumulada de 88 billones de euros y 10 millones de muertes anuales (Figura 1), por encima incluso de enfermedades como el cáncer (O´Neill, 2014).
Al tratarse de un proceso de selección natural, resulta difícil impedir el desarrollo de resistencias antimicrobianas entre los microorganismos, pero un control adecuado del uso de antibióticos y otras sustancias antimicrobianas favorecería una reducción efectiva del proceso.
Estos planes afectan directamente al sector veterinario al tratarse de uno de los principales usuarios de estas sustancias (EMA, 2017), siendo los alimentos de origen animal una posible vía de entrada de estos compuestos en la cadena alimentaria, y de este modo, contribuyendo así al desarrollo de antibiorresistencias en los consumidores. |
En este ámbito, las autoridades sanitarias cuentan con una legislación amplia y protectora que, junto al uso responsable y los programas de control, han logrado reducir la aparición de alimentos contaminados con residuos de antibióticos hasta porcentajes tan bajos como el 0,3% en 2018 (EFSA, 2020).
Los datos oficiales dan seguridad al consumidor y reflejan no sólo el buen hacer de los productores sino la efectividad de los planes de vigilancia.
En España, el Plan Nacional de Investigación de Residuos (PNIR) engloba los métodos oficiales de control.
Estos métodos incluyen, por norma general, varios pasos secuenciales en sus exploraciones