El objetivo de los protocolos vacunales en las explotaciones porcinas es limitar la transmisión de enfermedades para conseguir una estabilidad sanitaria de la granja y, por tanto, mejorar los datos productivos.
Las cerdas primerizas constituyen el mayor riesgo sanitario en una explotación porcina, por lo que se debe dedicar un gran esfuerzo para conseguir una buena aclimatación sanitaria de las mismas.
En este caso se deben establecer dos objetivos: Reducir los síntomas clínicos que puedan sufrir las primerizas tras infectarse con los patógenos existentes en la granja. Lograr que sus lechones no tengan problemas en la transición y cebo.
El programa sanitario de adaptación de las nulíparas debe ser lo más completo posible, ya que las primerizas son el motor de la granja y cuanto mejor sea su estatus sanitario, mejor será la producción de la explotación.
Tan importante como establecer los programas vacunales es diseñar un protocolo de recogida de muestras, sobre todo fluidos orales, que permita:
Determinar si las nulíparas están bien adaptadas sanitariamente para introducirlas en la granja. Garantizar que su entrada no supone un riesgo para la estabilidad de la granja.
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