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La vacunación es el método más rentable para controlar las enfermedades infecciosas del ganado. Convencionalmente, las vacunas se han formulado utilizando patógenos totalmente inactivados o su toxina (vacunas inactivadas), o patógenos infecciosos debilitados (vacunas vivas atenuadas) que requieren el cultivo de los patógenos. En los últimos años, los productores de cerdos de Estados Unidos han empezado a utilizar una nueva clase de vacunas conocidas como “vacunas de prescripción” para controlar las enfermedades víricas.
Desde el punto de vista legal, las vacunas de prescripción son similares a las vacunas autógenas o autovacunas porque solo están aprobadas para su uso por o bajo la dirección de un veterinario o un especialista no veterinario autorizado, en el contexto de una relación veterinario-cliente (APHIS, 2018). Tanto las autovacunas como las vacunas de prescripción deben demostrar su seguridad y pureza, pero no su eficacia. La principal diferencia entre las vacunas autógenas y las de prescripción son las tecnologías utilizadas. En este artículo, se describen brevemente las claves de las vacunas de prescripción y sus aplicaciones en los Estados Unidos. |
TECNOLOGÍAS EMPLEADAS PARA LA PRODUCCIÓN DE VACUNAS DE PRESCRIPCIÓN
Las autovacunas convencionales se preparan a partir de microorganismos completos inactivados y/o sus toxinas que, a menudo, se emulsionan en un adyuvante adecuado para potenciar la respuesta inmunitaria.
En consecuencia, estas vacunas convencionales no pueden producirse frente a microorganismos causantes de enfermedades que no pueden cultivarse por falta de un sistema de cultivo adecuado o de biocontención.
A diferencia de las autovacunas, las vacunas de prescripción se basan en la biotecnología para producir inmunógenos vacunales y, por tanto, pueden fabricarse sin necesidad de cultivar los microorganismos causantes de la enfermedad. |
Actualmente, hay dos tecnologías principales que se utilizan para producir vacunas de prescripción