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LA NECESIDAD DE REDUCIR LAS EMISIONES
Durante las últimas dos décadas ha aumentado la relevancia otorgada a las emisiones procedentes de la ganadería como parte fundamental de su sostenibilidad.
El sector porcino, en particular, ha visto cómo la normativa que lo ordena ha pasado de apenas mencionarlo (R.D. 324/2000) a exigir importantes reducciones de emisiones en las instalaciones ganaderas (R.D. 306/2020).
Estas obligaciones de reducción se aplican de una u otra forma a las producciones ganaderas intensivas en los mayores productores ganaderos de la Unión Europea.
Los productores de ganado porcino son probablemente los ganaderos que más esfuerzos han realizado hasta el momento para reducir sus emisiones, pues la cría intensiva de cerdos es una actividad regulada desde hace unas dos décadas por la antigua Directiva IPPC de 1996.
Como consecuencia, la eficiencia productiva ha mejorado de forma considerable en los últimos años en términos ambientales y se ha logrado reducir la emisión por animal producido año tras año.
En concreto, de las granjas porcinas sale aproximadamente el 16% del amoniaco (NH3) emitido a la atmósfera a nivel nacional (Figura 1), y el metano producido por el purín supone cerca del 2% del total de gases de efecto invernadero (unos 6 millones de toneladas de CO2 equivalente) según el inventario de emisiones español.
En definitiva, es necesario reducir aún más las emisiones, no sólo como una imposición normativa, sino por la propia responsabilidad del sector con su entorno. |
Ante el reto de reducir más drásticamente estas emisiones, es necesario