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Tras las huellas del Chato Murciano – Orígenes

Escrito por: Ángel Poto Remacha - Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y Medio Ambiente , Begoña Peinado Ramón - Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y Medio Ambiente , Laura Almela Veracruz - Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y Medio Ambiente , Sonia Galán Arnaldos - Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y Medio Ambiente

La producción porcina en el sudeste español ha gozado de una gran importancia económica y social durante los últimos 150 años, siendo el principal aporte de proteínas y energía requerido por los consumidores para cubrir las necesidades nutritivas que les impone su actividad diaria.

En Murcia, zona fronteriza durante muchos siglos entre los reinos de Aragón y Castilla, se ha dado siempre el intercambio lógico de materias primas, por lo que en la actualidad se tienen muchas variedades vegetales y razas animales a pesar de ser un espacio geográficamente reducido.

La cabaña porcina se ha caracterizado por aportar carne de calidad para el consumo propio y de las regiones aledañas y, en la actualidad, la exportación a otros países demandantes.

LOS ORÍGENES DEL CHATO MURCIANO – EL CERDO MURCIANO

MORFOLOGÍA

Desde la antigüedad, la materia prima porcina la han aportado las razas propias y autóctonas de Murcia, conociéndose la existencia de distintos tipos de manejo.

El cerdo Murciano, que [registrados]primitivamente poblaba las huertas, pertenecía al tronco del ganado Ibérico (Tronco Ibérico Negro del Mediterráneo) y de él se citaban dos variedades, la variedad Gabana y la variedad Pintada que presentaban las siguientes características morfológicas:

Capa: la variedad Gabana tenía la capa oscura, mientras que la variedad Pintada presentaba pintas amarillas y rojas sobre el pelo negro.

Perfil nasal y forma de la cabeza: ambas variedades destacaban por tener el hocico muy alargado y la jeta o morro muy ancho, estando las orejas situadas sobre los ojos a modo de teja, colgando lateramente.

Cuello: el cuello era alargado con una gran papada cuando estaba el cebo finalizado. Muchos ejemplares presentaban mamellas en la parte inferior.

Extremidades: las extremidades de estos cerdos eran alargadas y finas.

CRIANZA

El crecimiento de estos ejemplares era muy lento, necesitando cerca de dos años para terminar el cebo. Los alimentos de los que disponían estos cerdos eran muy diferentes a los actuales, siendo el sistema de manejo de tipo extensivo, en muchos casos, por el pseudo pastoreo que se llevaba a cabo en la huerta.

Conocidos coloquialmente como “cerdos sogueros”, por las mañanas estos animales eran amarrados mediante sogas a los árboles frutales, comiendo los frutos maduros o agusanados que caían al suelo y hozando en los alrededores del árbol. Gracias a esta práctica, iban labrando el terreno y comiendo las malas hierbas y, de paso, abonaban el terreno con el estiércol que depositaban a lo largo del día.

Por las tardes, de vuelta a la zahúrda o cochiquera, eran gratificados con algo de cebada y alfalfa triturada en ración húmeda para mejorar su estatus nutritivo.

¡Se podría decir que estos fueron los primeros cerdos ecológicos!

PARÁMETROS ZOOTÉCNICOS

  PARÁMETROS REPRODUCTIVOS  

La capacidad reproductiva de las hembras Gabanas era muy reducida, sobre todo si la comparamos con las líneas genéticas actuales.

Según la bibliografía consultada (Antonio Rodriguez Panés, 1916), la prolificidad no superaba los seis lechones por camada.

  PARÁMETROS PRODUCTIVOS  

Las características de su canal destacaban por un rendimiento muy bajo, pero lo peor es que su lento crecimiento corporal estaba acompañado de un gran depósito de grasa subcutánea que dejaba poco lugar la producción de carne magra, siendo su estructura muscular poco redondeada.

Con un peso al sacrificio cercano a los 160 kg, se obtenían piezas de jamón de unos 16 kg.

PRODUCTOS CÁRNICOS

El consumo de su carne y derivados era muy variopinto, puesto que la poca carne fresca que se obtenía se preparaba en parrilla o guisada en el mismo día o próximo al momento de la matanza, generalmente al inicio de invierno, (finales de diciembre y enero), mientras que el resto era embutido o preparado en salazón, sobre todo los lomos, el jamón, circunstancialmente la paletilla, el tocino y la panceta.

En el entorno rural de la Huerta Murciana existía la figura del recovero, persona dedicada a la compra y venta de productos procedentes del medio urbano, y viceversa, que enviaba desde lo rural productos de calidad a las ciudades.

De esta forma se compraban los lomos y jamones curados para que los ciudadanos los pagasen a buen precio, siendo provisiones para la comida de personas de salud delicada.

Las salazones de tocino y panceta eran revendidas en el medio rural porque se consideraba una fuente de energía necesaria para las tareas agrarias.

Cabe señalar que el sacrificio y la preparación de la canal del Cerdo Gabano no era como se realiza ahora. En aquellos tiempos, la evisceración de la canal se realizaba por la espalda tras retirar los lomos, longissimus dorsi y el espinazo, pero con la llegada de los mataderos modernos, la evisceración pasó a realizarse por el abdomen a través de la línea media.

Con el paso del tiempo, las demandas de los consumidores llevaron a una necesaria sustitución del Cerdo Murciano por otras razas de mayor rendimiento cárnico, mayor número de lechones por camada, velocidad de crecimiento más rápida y deposición de grasa subcutánea más atenuada, teniendo siempre en cuenta los criterios de la época.

 

CON EL REGENERACIONISMO LLEGÓ EL CHATO MURCIANO

1898

A partir de 1898, con el comienzo de la generación del 98, los criterios de modernización del agro español fueron reformados hacia una modernización de la economía, siguiendo las propuestas de intelectuales como las de Joaquín Costa en su teoría sobre el Regeneracionismo. Estas propuestas se trasladaron también a la alimentación y al mundo rural con la llegada de razas animales genéticamente mejoradas y más productivas.

Verracos de las razas porcinas de origen inglés -Middle White y Berkshire-, fueron enviados a los centros de selección de Murcia, Estación sericícola en La Alberca, Murcia y Centro de Experiencias Agrarias de Lorca, hoy CIFEA.

El cruce de estos verracos con las hembras Gabanas y Pintadas dio lugar a la aparición de animales con la frente ultracóncava, y el consiguiente acortamiento de la cabeza y el morro, con las orejas triangulares y erectas, con una capa de color negro o blanco, según la raza utilizada en los apareamientos.

Tras realizar estos cruces durante varias generaciones, los caracteres genéticos acabaron fijándose, pudiendo observarse en los cruces aleatorios entre la descendencia, dando lugar a una nueva raza, el cerdo Chato Murciano, con dos variedades, una blanca, hoy desaparecida, y otra negra, actualmente en vías de recuperación.

Durante más de 50 años en Murcia coexistieron dos razas porcinas autóctonas, la Gabana, en franco retroceso, y la recién formada, el Chato Murciano con sus dos variedades.

Además, y a medida que la industria murciana de derivados cárnicos iba demandando más carne porcina con diferentes calidades, se incorporaron razas de otras regiones y países, de modo que los cerdos ibéricos andaluces y alentejanos portugueses vinieron a complementar las lagunas de la demanda murciana, junto con las razas Tamworth, Craonés y Alderney, estos dos últimos importados desde Francia. Todos ellos también tuvieron influencia genética en la raza, aunque escasa.

1959

A partir del año 1959, los acuerdos con el banco mundial exigían que los créditos para la recuperación de la economía española fueran utilizados en la mejora de la productividad ganadera, pero empleando razas mejoradas que tenían que ser adquiridas en las empresas internacionales de genética.

Con estas decisiones muchas razas desaparecieron y otras quedaron relegadas al medio rural tradicional o a centros docentes. Los pocos Chatos Murcianos que se encontraron en 1980 se repartían en el Centro Psiquiátrico “Luis Valenciano” de El Palmar (pedanía de Murcia) y en el Centro de Experiencias y Formación Agraria de Lorca.

 

1970

A partir de 1970, con el culto a la imagen esbelta y el cambio de hábitos alimenticios de la población, auspiciados por un tipo de trabajo más sedentario y los consejos médicos de bajo consumo de grasas en la lucha contra las enfermedades cardiovasculares, la demanda de carnes más magras, prácticamente ausentes de grasas, aumentó.

1992

La obligación impuesta por los países firmantes de la Conferencia de la Biodiversidad de Río de Janeiro en 1992 también fomentó que se tuviera en cuenta la conservación de los animales de granja y en Europa empezaron a surgir normas para la conservación, tanto in situ como ex situ, de las razas animales, protegiendo también esta parte de la Biodiversidad.

1998

El primer proyecto de conservación y recuperación del cerdo Chato Murciano data de 1998, aunque ya la Consejería de Agricultura de Murcia había realizado esfuerzos para el mantenimiento de estas animales in situ, mediante la utilización de Chatos Murcianos destinados a docencia en el Centro de Formación y Experiencias Agrarias de Lorca.

Iniciado el proyecto con seis hembras reproductoras y dos verracos de la raza, más el uso de cerdos de dos razas distintas en cruces por absorción, se logró aumentar la población y ceder reproductoras a los ganaderos interesados.

2021

En la actualidad se cuenta con aproximadamente 300 reproductoras y 7 ganaderías activas, pero los productos derivados de esta raza son altamente demandados.

Leer más sobre el Chato Murciano:

Tras las huellas del Chato Murciano – Características productivas

Tras las huellas del cerdo Chato Murciano – Calidad de la canal y de la carne

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