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Durante las últimas décadas, el uso de datos por parte de los productores y veterinarios de porcino ha sido bastante limitado.
La mayoría de los sistemas utilizados eran software de gestión porcino, con más o menos capacidades, y hojas de Excel adaptadas a cada empresa. Además, los análisis efectuados tampoco solían ser demasiado complejos, siendo poco habitual la integración de datos procedentes de diferentes dispositivos o granjas y existiendo poco conocimiento aplicado sobre el valor de los datos en la toma de decisiones estratégicas. Otro punto débil no resuelto hasta el momento es la falta de servicios de apoyo en el uso de los datos.
Actualmente, el sector porcino está en un momento de cambio y transformación en la misma dirección que la mayor parte de sectores profesionales, debiendo avanzar en el proceso de transformación digital que será imprescindible para mantener y mejorar su posición con respecto a las exigencias del mercado y de los consumidores, tanto por eficiencia como por calidad de la producción y exigencias de sostenibilidad.
Este proceso nos exige repensar la forma de trabajar e incluir herramientas digitales (que son las que generan datos) en nuestro maletín de herramientas clásicas (bisturí, PCR, ELISA, NIR u otras) utilizándolas rutinariamente en nuestro día a día.
Debemos tener en cuenta que ya nos movíamos en un entorno con un alto nivel de bioseguridad para preservar la sanidad animal, tanto por las enfermedades con repercusión económica como por las de Declaración Obligatoria.
Las exigencias en este sentido se han vuelto más estrictas debido a la COVID-19, lo que ha dificultado aún más las visitas físicas a las granjas, resultando más interesante que nunca la posibilidad de control en remoto de sanidad y producción.