El Dr. Fernando Rodríguez ha dedicado su vida científica a explorar nuevas vías para mejorar el desarrollo de vacunas.
El Dr. Fernando Rodríguez ha dedicado su vida científica a explorar nuevas vías para mejorar el desarrollo de vacunas.
Su trabajo de tesis se realizó en el CISA-INIA (Madrid-España) trabajando en la inmunología de la peste porcina africana. Después de un largo período postdoctoral en The Scripps Institute (La Jolla, CA-USA), explorando nuevas estrategias para mejorar la respuesta celular (células T CD4 y CD8) inducida tras la vacunación, el Dr. Rodríguez regresó a España.
A finales del año 2003, el Dr. Rodríguez se trasladó al CReSA (Barcelona, España) para establecer una línea de Investigación sobre la Peste Porcina Africana (PPA), convirtiéndose en Director del programa de Sanidad Animal del IRTA (CReSA) en 2018, cargo que ocupó durante dos años.
El Dr. Rodríguez es autor de más de 90 artículos científicos, 4 Patentes y ha supervisado 9 Tesis Doctorales (dos más actualmente en curso) y ha coordinado múltiples Proyectos de Investigación y contratos privados de I+D+I, así como acuerdos de transferencia tecnológica con multinacionales del sector farmacéutico y veterinario. |
A pesar de que la prudencia es la mejor consejera de un investigador, no puedo evitar ser optimista y atreverme a afirmar que, a corto-medio plazo, dispondremos de vacunas eficaces contra la PPA en el mercado.
Esta es la respuesta más aproximada que se puede dar en este momento sin vender humo. Sin embargo, me atrevo afirmar que estamos mucho más cerca de lo que jamás había pensado. ¿Por qué digo esto? Porque por primera vez en la historia, disponer de una vacuna contra esta enfermedad, está en la agenda política y económica de los países desarrollados.
La PPA ha sido considerada históricamente, como una enfermedad exótica, en la que, con la salvedad de los países afectados, nadie ha invertido un dólar. Desafortunadamente esta realidad sigue siendo la misma para África, contribuyendo a su subdesarrollo y a una realidad epidemiológica tan compleja que ha facilitado y seguirá facilitando, que el virus causante de la enfermedad (VPPA), se exporte a otros continentes.
Esta realidad ha cambiado desde la última entrada del virus en Europa en 2007 y, sobre todo, desde su expansión a la UE y a China, provocando que la inversión en I+D+i y el interés de los gobiernos y poderes económicos haya aumentado exponencialmente en los últimos años, reflejándose en el desarrollo de un racimo de prototipos vacunales sumamente eficaces, a nivel experimental, contra la PPA.
Todos estos desarrollos se basan en la utilización de vacunas vivas atenuadas: aislados del VPPA a las que se les ha eliminado uno o más genes implicados en virulencia y patogenicidad mediante ingeniería genética.
Uno de estos prototipos, el desarrollado en nuestro laboratorio del IRTA-CReSA, fruto de la colaboración de muchos años con numerosos grupos de investigación, ha sido recientemente transferido a la multinacional HUVEPHARMA para proceder a su registro y posterior comercialización.
Las ventajas de nuestro prototipo respecto al resto, es que es el único que a día de hoy es capaz de proteger de forma cruzada frente a muchas cepas distintas del VPPA, incluyendo el virus pandémico, actualmente circulando en los 5 continentes.
Otra de las ventajas de este prototipo vacunal es que puede ser crecido en una línea celular estable, facilitando enormemente su fabricación a gran escala siguiendo los exigentes estándares de seguridad marcados por las agencias regulatorias.
Sin duda alguna éste y otros prototipos desarrollados por mis colegas se van a convertir en las primeras vacunas que vean el mercado, eso sí, una vez aprobadas por las agencias regulatorias competentes tanto a nivel nacional como internacional, (la EMA en Europa, la FDA en USA, COFEPRIS en México…), responsables únicas de garantizar que una vacuna sea no sólo eficaz sino, sobre todo, segura a corto y largo plazo.
Así pues, la pregunta de cuándo estarán en el mercado, no es tan fácil de contestar. Estamos haciendo de “conejillos de indias”. Vamos a ser los primeros en presentar este tipo de vacunas a las agencias regulatorias y al no existir precedentes, se han de armonizar qué pruebas a exigir para garantizar su máxima seguridad (Estas medidas han de ser diseñadas a la carta atendiendo a las particularidades de cada patógeno, de la enfermedad que provoca y de las distintas realidades epidemiológicas existentes).
En mi opinión, es muy probable que las primeras vacunas vivas atenuadas que vean el mercado, lo harán como vacunas de emergencia para ser utilizadas en zonas endémicas o de alto riesgo, que a su vez sirvan de banco de pruebas para su posterior utilización más generalizada con todas las garantías que a día de hoy exige nuestra sociedad.
Esta realidad, aplicable al cerdo doméstico, resulta más compleja en lo que se refiere al jabalí. El jabalí y el cerdo doméstico, como probablemente todos los lectores sepan, son una misma especie (Sus scrofa), por lo que la eficacia de las vacunas en ambos animales es idéntica, siempre que ésta se administre de forma adecuada; y es aquí donde reside el mayor reto. ¿Cómo administrar una vacuna para hacer frente a la enfermedad en jabalíes silvestres?
A día de hoy sólo se contempla un método: la liberación en la naturaleza de cebos conteniendo la vacuna viva atenuada contra la PPA. Esta estrategia se ha probado con éxito con anterioridad, demostrando ser muy eficaz para vacunar zorros contra la rabia, así como más recientemente para vacunar jabalíes contra la tuberculosis o la peste porcina clásica.
Algo que parece sencillo sobre el papel, necesita superar varios escollos para hacerse realidad: el primero, que la vacuna demuestre ser eficaz tras la administración oral, panacea que ha fracasado en muchas ocasiones, incluyendo a la gran mayoría de vacunas administradas a humanos. El segundo e igualmente importante, garantizar su inocuidad para el medio ambiente, tanto a corto como a largo plazo.
Siendo de nuevo optimista en lo que se refiere a su consecución, me atrevería a asegurar que su utilización en jabalí dependerá del éxito que demuestre antes en cerdo doméstico. |
Lo que no cabe duda es que si en lugar de hablar de control, se pretendiera hablar de erradicación global de la enfermedad, en el futuro se necesitarán vacunas eficaces no sólo frente al cerdo doméstico y los jabalíes, sino también frente a los reservorios naturales del virus en África, los cerdos salvajes africanos, especies distintas al Sus scrofa susceptibles al virus, pero altamente resistentes a la enfermedad.
De nuevo, África es la gran olvidada de esta ecuación y mientras el problema no se solucione en esta región, la amenaza seguirá existiendo para el resto del mundo.
Como ya ha sido discutido en la pregunta anterior, ahora mismo no se trata de un problema de eficacia, sino, sobre todo, de garantizar la seguridad de la vacuna a corto y largo plazo. Personalmente considero que la vacunación es una de las mejores invenciones del ser humano, eso sí, siempre que éstas sean eficaces, seguras y sean bien utilizadas.
Mientras estas no estén disponibles, sigamos haciendo todos los deberes y estemos alerta aplicando todas las medidas que sabemos son eficaces para prevenir la entrada del virus en nuestros países, comenzando por aplicar todas las medidas de bioseguridad a nuestro alcance.
De nuevo, esta primera fase, y hablando siempre de vacunas atenuadas, ya está superada.
En paralelo seguimos investigando para ofrecer en un futuro más lejano, vacunas de subunidades, basadas en fragmentos inactivados del virus del estilo a la desarrollada frente al COVID-19 (basadas en la glicoproteína S del SARS-COv2), y por tanto mucho más seguras.
Desafortunadamente, a día de hoy no conocemos cuales de las más de 150 proteínas del VPPA hemos de utilizar para conseguir una protección tan eficaz como la que proveen las vacunas vivas atenuadas. De nuevo en el IRTA-CReSA somos pioneros a la hora de demostrar que este tipo de estrategia puede funcionar, aunque su eficacia esté aún lejos de la demostrada por la vacunas vivas atenuadas.
Así pues, considero que invertir en I+D+i en este campo debería ser es una obligación, pues las garantías de seguridad que este tipo de vacunas otorgan, son inigualables. |
A pesar de las dificultades del día a día, investigar para mí es todo un privilegio y un honor. El conocimiento científico es el único capaz de ofrecer realidades indiscutibles sobre las que fundamentar cualquier actuación.
Así, desde el IRTA-CReSA no sólo hacemos investigación básica en inmunología y desarrollo de vacunas, sino que, en paralelo a esta actividad, en el IRTA-CReSA prestamos un apoyo diario al gobierno catalán en sus planes de vigilancia (pasiva y activa), así como en el diagnóstico de la PPA.
A su vez, nuestro gobierno regional, forma parte de un engrasado engranaje ya establecido hace décadas, reportando los resultados a un laboratorio centralizado en Madrid (perteneciente al Ministerio de Agricultura), único con potestad de validar y confirmar los positivos y a su vez de comunicarse a nivel supranacional.
Toda esta cascada de acciones garantiza que las decisiones se tomen siempre de manera óptima. Imagínense las consecuencias devastadoras que supondría declarar un falso positivo o un falso negativo u ocultar un positivo verdadero, de una enfermedad de este tipo.
No se puede dejar nada a la improvisación
Volviendo a la pregunta inicial, siempre hay vacíos científicos que cubrir y dificultades que superar, pero este es el modus vivendi de un investigador. Por cada respuesta que obtenemos generamos nuevas preguntas, y esto siempre es bueno.
Quizás, y ésta sí que es una observación totalmente personal, mi única gran frustración como científico es saber que no somos todo lo eficaces que deberíamos. LA PPA, como el COVID, es una enfermedad global que exige soluciones globales.
La realidad, sin embargo, es, aunque suene paradójico, totalmente surrealista. Cada economía considera que el problema no es suyo hasta que le toca en suerte y una vez afectado, aplica el conocimiento, las leyes, los recursos, de forma independiente y apresurada sin exprimir al máximo la colaboración.
Y lo que es más grave, una vez pasada la marejada, vuelve a olvidarse de que el problema subsiste en algún otro rincón del planeta, deja de invertir, de pensar en común, y hasta la siguiente. Desafortunadamente, los científicos (al menos la gran mayoría) no escapamos a esta realidad y nos acomodamos a ella haciendo honor al dicho de que “el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra”.
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