Manejo y Bienestar Animal

Reducción de antibióticos desde una perspectiva ONE HEALTH

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El concepto ONE HEALTH viene desarrollándose desde la época de Hipócrates, en el año 400 a.C., cuando “el padre de la medicina moderna” hacía referencia a que la salud de las personas podía verse afectada por el ambiente y las aguas contaminadas.

Aunque la aparición de epidemias y pandemias de graves consecuencias nos ha acompañado a lo largo de toda la historia de la humanidad, ha sido en las últimas décadas cuando han saltado las alarmas por la emergencia de ciertas enfermedades infecciosas y parasitarias con potencial de traspasar fronteras y causar trastornos socio-económicos.

Un ejemplo de ello es el estado de alarma generado recientemente por el coronavirus SARS-CoV-2 (COVID-19) que ha paralizado la economía y colapsado el sistema sanitario.

Por ello, una vez más ha quedado patente la necesidad de un enfoque ONE HEALTH en el mundo por la trascendencia de la interfaz humano – animal – ecosistema, en la evolución y aparición de los patógenos.

Como sabemos, los murciélagos son el origen reservorio del nuevo coronavirus y se sigue investigando acerca del animal hospedador intermediario, habiendo controversia entre el pangolín y otros.

Los veterinarios siempre hemos tenido interiorizado el concepto ONE HEALTH, ya que nuestro lema en el escudo desde 1922 es “HIGIA PECORIS, SALUS POPULI”, la higiene del ganado, la salud del pueblo.

Muchos de los microorganismos existentes son capaces de afectar tanto a los animales como a las personas, cuando convivimos en un mismo ecosistema, siendo esta transmisión de tipo directo (de animal-humano), por medio de vectores o a través de los alimentos contaminados.

Por ello, el planteamiento ONE HEALTH hace referencia al enfoque interdisciplinario para minimizar los daños y maximizar los beneficios de la gestión conjunta de la salud de las personas, los animales y el ambiente, requiriendo de la intervención de equipos multidisciplinares para diseñar medidas eficaces.

Además, en este contexto, debemos hablar de las bacterias farmacorresistentes que se pueden transmitir de animales a humanos mediante contacto directo y/o alimentos contaminados. Para contener su transmisión, se precisa del esfuerzo conjunto para la coordinación de ambos sectores, el humano y animal, para así, poder prevenir y eliminar el problema.

Las resistencias bacterianas a los antibióticos suponen una amenaza para la vida de las personas y/o animales.

 

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la resistencia a los antibióticos como la pérdida de la actividad, total o parcial, de un antibiótico que anteriormente era capaz de destruir o inhibir el crecimiento de una determinada bacteria.

La mayoría de los antibióticos tienen su origen en la naturaleza y las bacterias han sobrevivido en nuestro planeta 3.500 millones de años gracias a los mecanismos de defensa que han desarrollado para su supervivencia.

Pero en el año 2014, la OMS junto con otros colaboradores, presentaron un informe en el que se especificaba la magnitud del problema de las resistencias bacterianas a nivel global, recalcando el estado alarmante de la situación y de la dirección del mundo hacia una era post-antibiótica en la que las infecciones comunes podían volver a matar.

Para ello, se estableció un PLAN GLOBAL frente a las resistencias antimicrobianas encaminadas a:

Mejorar la comunicación efectiva y educación para advertir sobre la situación.

La vigilancia para el conocimiento y evidencia de las resistencias: GLASS (Global Antimicrobial Resistance Surveillance System).

Reducir la incidencia de las infecciones mediante el saneamiento, higiene y medidas de prevención.

Optimizar el uso de antimicrobianos en salud humana y animal.

Aumentar la inversión en nuevos medicamentos, medios de diagnóstico, vacunas y otras intervenciones.

Todo el plan se desarrolla en el marco ONE HEALTH coordinando numerosos sectores, incluyendo la medicina humana y animal, agricultura, finanzas, medioambiente e informando correctamente a los consumidores.

En el 2014, cuando la OMS presentaba su primer informe alertando sobre las resistencias bacterianas, en España consumíamos 418,8 mg/PCU de antibióticos en el ámbito de la salud animal según el informe ESVAC de ese año.

En ese mismo año, el Plan Nacional de Resistencia a los Antibióticos (PRAN) fue aprobado en España por el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de la Salud y por la Conferencia Intersectorial de Agricultura como respuesta a la Unión Europea (UE) que había solicitado a los Estados miembros un Plan de Acción sobre Resistencias Antimicrobianas, así como el abordaje conjunto de este problema.

El PRAN es un plan estratégico y de acción cuyo objetivo es reducir el riesgo de selección y diseminación de resistencia a los antibióticos y, consecuentemente, reducir el impacto de este problema sobre la salud de las personas y los animales, preservando de manera sostenible la eficacia de los antibióticos existentes

Para alcanzar su objetivo, el PRAN propone seis líneas estratégicas comunes para la salud humana y la sanidad animal:

Vigilancia del consumo y de la resistencia a los antibióticos

Controlar las resistencias bacterianas

Identificar e impulsar medidas alternativas y/o complementarias de prevención y tratamiento

Definir las prioridades en materia de investigación

Formación e información a los profesionales sanitarios

Comunicación y sensibilización de la población

Para conseguir este objetivo, se trabaja desde una estrategia ONE HEALTH en la que participan todas las comunidades autónomas, seis ministerios (Sanidad, Agricultura, Economía, Educación, Interior y Defensa), sociedades científicas, organizaciones colegiales, asociaciones profesionales, universidades, y grupos de expertos.

Desde entonces hasta el 2018, el consumo total de antibióticos se ha reducido en un 52,3 % (AEMPS, Jornada del día europeo de antibióticos, 18 de noviembre 2019). A esta reducción ha contribuido de manera directa el trabajo de las empresas adheridas a los Programas REDUCE, creados en el marco del PRAN de porcino, así como en otras especies.

Esta iniciativa ya ha logrado una reducción del consumo de colistina en porcino del 97,18 % en el periodo 2015-2018. Además, este antibiótico ha sido clasificado en la categoría B (restrictivo) por la Agencia Europea del Medicamento debido a su importancia crítica en la medicina humana.

Pese a los 230 mg/PCU de antibióticos consumidos en el 2017, España sigue estando entre los países con mayor consumo de antibióticos en la Unión Europea, tanto en medicina humana como en veterinaria.

En veterinaria, con consumos por encima de otros países vecinos con niveles similares de producción porcina como:

Esta reducción del consumo registrada en los últimos años coincide con el desarrollo del primer PRAN (2014-2018), recientemente ampliado con una segunda etapa (2019-2021).

Además, según los últimos datos publicados por el PRAN, en el ámbito de la sanidad animal, en 2019 se ha registrado una reducción del 13,6 % en las ventas de antibióticos veterinarios (27,2 mg/PCU). Con estas últimas cifras, las ventas totales de antibióticos de uso veterinario muestran una reducción del 58,8 % entre 2014 y 2019. Pasando así España de los 418,8 mg/PCU registrados en 2014 a los 172,4 mg/PCU en 2019, más cerca de la media europea (107 mg/PCU) en 2018.

La reducción de antibióticos es una necesidad, pero acarrea otros desafíos como el incremento de las mortalidades en la transición y cebo.

Los últimos resultados presentados por SIP consultors mostraron que la mortalidad en fase II y III en 2019 se había cerrado con un valor próximo al 10%, si sumábamos ambas fases.

Para reducir el consumo de antimicrobianos y disminuir la mortalidad en la transición y cebo, debemos buscar alternativas al uso de antibióticos.

Para la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la prevención de enfermedades infecciosas sin antibióticos implica un conjunto completo de medidas.

Estas medidas pueden clasificarse en tres categorías principales:

BUENA CRÍA DE ANIMALES

La buena cría de los animales, significa prestar atención a estos puntos:

Alojamiento seguro, limpio y confortable

Manejo Todo Dentro-Todo Fuera, densidades adecuadas

Buena iluminación y calidad del aire

Temperatura adecuada

Cuarentena de animales enfermos

Alimentación adecuada según requerimientos de los animales y su fase de producción

Acceso continuo a agua potable y de calidad

Asesoramiento veterinario regular sobre la prevención de enfermedades, programas de salud animal y pautas adecuadas de tratamiento

Cumplimiento de las medidas de bienestar para reducir el estrés de los animales

VACUNACIÓN

Las rutinas de vacunación deben adaptarse a las enfermedades que circulan en cada región y fase productiva.

El veterinario debe conocer la epidemiología de la enfermedad en su área de trabajo para asesorar sobre qué pauta vacunal realizar en su granja, asegurándose de que las vacunas seleccionadas protejan frente a las enfermedades más importantes, y que cubran las cepas más relevantes, eligiendo así la estrategia de vacunación más rentable.

La pauta vacunal seleccionada debe actualizarse regularmente en base a la monitorización de las enfermedades en los distintos lotes y a través del chequeo del estado de salud de los animales en la granja.

Si no se realiza la supervisión adecuada durante la selección y aplicación de la vacuna, es posible que la vacuna no tenga éxito en la protección de los animales, dejando a estos vulnerables a las enfermedades después de gastar una cantidad significativa de dinero y haber empleado un valioso tiempo para llevar a cabo esta tarea.

También es importante proteger a los cerdos frente a enfermedades inmunosupresoras, como el Síndrome Reproductivo y Respiratorio Porcino (PRRS) y la infección por el Circovirus porcino tipo 2 (PCV2), ya que su prevención tiene un impacto positivo en su salud en general. Dichas vacunas disminuirán la necesidad de un mayor uso de antibióticos.

BIOSEGURIDAD EFECTIVA

En un estudio realizado por Postman y colaboradores en 2015 se solicitó a expertos en salud animal que clasificasen las distintas alternativas frente al uso de antimicrobianos por orden de importancia en base a su efectividad, facilidad de aplicación y retorno de la inversión.

La bioseguridad interna se clasificó en la primera posición, alcanzando la mejor puntuación media de los tres parámetros.

La bioseguridad externa se clasificó en la segunda posición en base a su efectividad.

Todo esto sugiere que la bioseguridad en global es percibida como una de las medidas alternativas más prometedoras en cuanto al uso de antimicrobianos en la producción porcina.

Diversos estudios han demostrado esta relación. Por ejemplo, Collineau y colaboradores estudiaron en 2017 el perfil de las granjas TOP.

En este estudio se observó una positiva asociación entre el nivel de bioseguridad interna, con un mayor control de las enfermedades infecciosas, y un menor uso de antibióticos.

CONCLUSIONES

El uso inapropiado y excesivo de antibióticos rara vez mejora la salud de los animales. Tal uso solo impulsa el desarrollo de resistencias antimicrobianas tanto en los animales, como en los humanos. Por lo tanto, es crítico usar los antibióticos de forma prudente y de una manera racional.

Los cerdos que estén bien cuidados, alimentados y alojados adecuadamente experimentarán un mejor bienestar y serán menos propensos a contraer enfermedades que requieran tratamiento con antibióticos.

Los antibióticos no deben reemplazar las buenas prácticas de cría de los animales, y medidas como la higiene y bioseguridad. Además, los cerdos que estén sanos, también aumentarán su productividad y, por consiguiente, la rentabilidad de la granja.

Cada granja es única y, mediante las visitas periódicas realizadas por el veterinario responsable, se podrán desarrollar planes de salud específicos y actualizados en el que se adecuará el plan vacunal preventivo a cada granja.

Los estudios han demostrado que un enfoque holístico (Figura 1) no solo mejora la salud y bienestar de los cerdos en la granja, sino que es financieramente beneficioso y también ayuda a minimizar el consumo de antibióticos.

Además de este plan de reducción de antibióticos en el que estamos inmersos, la UE ha prohibido para el 2022 el uso de óxido de zinc en dosis terapéuticas en el post-destete.

El óxido de zinc es conocido por su efecto antimicrobiano frente a E. coli en los lechones recién destetados, pero también lo son sus efectos negativos en el medio ambiente y su contribución al aumento de resistencias a los antibióticos.

Con una herramienta menos con efecto antimicrobiano en el horizonte próximo, se hace más importante si cabe, el enfoque holístico de la salud animal y por su puesto siempre desde una perspectiva ONE HEALTH.

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