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Son numerosas las aportaciones que se pueden plantear en granja para facilitar la viabilidad y crecimiento de los lechones. Posiblemente las aportaciones más importantes son aquellas que implican medidas adecuadas de manejo a través de un buen plan de encalostramiento adopciones.
En las últimas décadas el desarrollo de líneas genéticas hiperprolíficas en la industria porcina ha permitido un incremento en el número de nacidos vivos por cerda y por año (Figura 1).
Este incremento ha sido a costa de reducir el peso medio del lechón al nacimiento -aproximadamente se estima en 35 g menos por lechón adicional (Quiniou y col., 2002)- y generando una mayor variación de peso dentro de las camadas.
En camadas de 10 a 15 lechones es habitual encontrar diferencias de 1 kg entre el lechón más ligero y el más pesado (Foxcroft y col., 2007).
La lactación contribuye poco a reducir la variabilidad de la camada
Como consecuencia, toca trabajar en las parideras y destetes con numerosos lechones muy pequeños, cuya vitalidad para optar a los pezones de mayor producción o estimular la producción de la cerda es escasa.
Este hecho sugiere que la lactación contribuye más bien poco a reducir la variabilidad dentro de la camada.
En general se acepta que lechones con bajo peso al nacimiento presentarán un ritmo de crecimiento bajo, un tiempo más prolongado para llegar al sacrificio y una menor calidad de la canal (Rehfeldt y col., 2008).
Figura 1. Evolución de los lechones nacidos vivos por camada, adaptado de BDporc
En la práctica, el pienso “creep-feed” se administra a partir de la primera semana ó 10 días de vida ya que previamente el lechón no muestra apenas interés por consumir pienso (Pluske y col., 2003).
Se recomienda su utilización para familiarizar los lechones con el alimento que recibirán tras el destete y a su vez estimular la madurez digestiva (Pluske y col., 2003) y capacidad enzimática del tracto intestinal (Aumaitre, 1972).
En segundo lugar, su consumo puede ayudar a satisfacer en parte las necesidades de los lechones más pequeños, compensando con ello la caída de la curva de producción de leche de la cerda (Wattanakul y col., 2005).
Y finalmente, y probablemente como consecuencia de las dos razones anteriores, el ”creep-feed” estimula la ingesta después del destete (Bruininx y col., 2004; Sulabo y col., 2010).
El pienso “creep-feed”
Creep-feed se administra a partir de la primera semana ó 10 días de vida
Para valorar su importancia, en un trabajo reciente estudiamos el comportamiento de los lechones hacia el pienso “creep-feed” antes y después del destete.
Se utilizó un total de 303 lechones; 232 con lactación materna y 71 con lactación artificial (l.a), en ambos casos les ofrecimos pienso “creep-feed” desde el día 7 de vida.
En el pienso “creep-feed” se añadió Indigo carmine (5 g/kg) para controlar individualmente el número de lechones consumidores de “creep-feed” (eaters) a través del color de las heces el día 14, 21 y 28.
Todos los animales se pesaron el día 28 (destete) y 2 días tras el destete.
Entre los lechones lactantes observamos que:
Tras el destete, los “non-eaters” y “semi-eaters” perdieron peso (-105,5 y -15,6 g/d, respectivamente) a día 2 tras el destete como reflejo de su escaso consumo de pienso.
Los lechones clasificados como “eaters” y los provenientes de la L.A. ganaron peso (78 y 174,2 g/d, respectivamente) (p < 0.001) (Figura 2).
Esquema 1. Esquema comportamiento de los lechones hacia el “creep-feed” antes y después del destete
Figura 2. Comparativa de la ganancia media diaria entre el destete y los 2 días post-destete entre las diferentes categorías de animales consumidores de pienso “creep-feed” y animales en lactación artificial.
En la misma línea de resultados, Solà-Oriol y col. (2014) observaron que los animales de menor peso en el destete (< 6,5kg) tenían un mejor arranque que los animales de mayor peso (> 8,5kg) (122 g/d vs 99 g/d durante la 1a semana post-destete, respectivamente).
Esto podría explicarse porque los animales pequeños de cada camada están más acostumbrados a consumir/explorar el pienso “creep-feed” para satisfacer el aporte nutricional que no encuentran en la leche materna, y al entrar en la transición ya están acostumbrados al alimento sólido mostrando una mejor adaptación.
Sin embargo, los lechones de mayor peso dentro de la camada (lactantes estrictos) al destetarse no reconocen la nueva fuente de alimentación generando un periodo de anorexia (o no consumo) que les lleva incluso a perder peso durante los primeros días.
Los resultados sugieren claramente que resulta interesante conseguir que un mayor número de lechones inicien su consumo de pienso sólido de una forma temprana durante la lactación.
En este objetivo se enmarcan los esfuerzos por hacer el “creep-feed” más atractivo para el lechón, como es a través de administración líquida, estimulando el comportamiento exploratorio (ofreciendo pequeñas cantidades de pienso seco o gel en el suelo) o incorporando aromas/saborizantes al pienso.
La utilización de aromas y saborizantes en el pienso “creep-feed” es una práctica habitual en la industria porcina. Sin embargo, sus resultados no han sido siempre los esperados y a menudo generan controversia (Campbell, 1976; Sulabo y col., 2010b y Blavi y col., 2013).
Los pequeños de la camada muestran una mejor adaptación al “Creep-feed”
En nuestros estudios de preferencia en ensayos de doble elección de pienso “creep-feed” hemos observado que en numerosas ocasiones los lechones prefieren el consumo de un pienso ”creep-feed” sin aroma o saborizantes añadidos frente a otro que sí los incorpora (Figueroa y col. 2013).
Se podría sugerir que los lechones en lactación prefieren el suplemento de piensos que contengan compuestos volátiles y sabores que les son familiares frente a aromas o sabores no reconocidos, ante los que muestran inicialmente una respuesta innata de rechazo o neofobia.
Es interesante por lo tanto buscar claves aromáticas o sabores que resulten familiares o sean innatamente preferidos por el lechón. En esta línea de trabajo dirigida a buscar un aroma familiar para el lechón se enmarcan estrategias de aprendizaje prenatal o familiarización temprana (Figueroa y col., 2013), con resultados que muestran ser positivos tras el destete. Oostindjer y col. (2009 y 2010) sugieren que estos resultados posiblemente reflejan un menor estrés de los lechones tras el destete facilitando una mejor adaptación.
Identificando nutrientes que pueden limitar el crecimiento
Otra pregunta que habitualmente nos hacemos es si los lechones llegan al destete en condiciones óptimas o, por el contrario, sufren algún déficit nutricional concreto. Si lo identificamos y corregimos es previsible que los animales puedan mostrar una elevada respuesta en una ventana de tiempo relativamente corta, como es la lactación o inicio al destete.
Conocida es la necesidad de inyectar hierro en los lechones recién nacidos, pero puede que haya otros nutrientes esenciales para el buen desarrollo del lechón.
En la Figura 3 podemos observar en qué medida el consumo de nutrientes habitual (calculado) en los lechones al entrar en la transición (7,5kg de peso vivo y con una dieta con 2520kcal) alcanza los valores descritos por el NRC (2012).
La barra verde nos indica el consumo que deberían tener para alcanzar los requerimientos del NRC (2012), en salmón y en puntos el que realmente tienen a día 2 y 7, respectivamente (Solà-Oriol, comunicación interna).
Como hemos visto, destetar lechones con poco peso es garantía de tener un mayor número de problemas tras el destete, lo que posiblemente refleja también una menor capacidad de adaptación o función y una menor reserva de nutrientes.
En nuestras condiciones experimentales se observó que lechones categorizados como pequeños (media de 5,5 kg en el destete) presentaron hasta un 18,3 % de mortalidad a los 14 días post-destete (en piensos sin óxido de Zn terapeútico) (Figura 4).
Al analizar los valores séricos de zinc (Zn) en el día del destete observamos un valor medio de 0,80 mg/l en lechones pequeños que fue inferior al valor observado en los lechones con mayor peso al destete (1,10 mg/l).
Podría sugerirse que los animales pequeños parten de una situación inicial de menor estatus o reservas de Zn.
A su vez, el destete determina una caída de las concentraciones plasmáticas de Zn que es independiente de la aparición de diarreas (Davin y col., 2012).
Figura 3. Comparación entre los requerimientos estimados del NRC (verde) y la ingestión real a día 2 (salmón) y 7 (en puntos) de los minerales, en lechones de 7,5 kg de Peso Vivo con una dieta de 2520 kcal.
Los niveles observados por Davin y col. (2012) de 0,76mg/l son similares a los niveles que se consideran indicativos de déficit en estudios epidemiológicos en humanos 0,65-0,70 mg/l (Maret y Sandstead, 2006).
El Zn es un micronutriente esencial por todos los organismos vivos. En los mamíferos actúa como co-factor y elemento estructural en más de 300 enzimas, que son requeridas por múltiples funciones biológicas.
Una deficiencia de este elemento resulta en un retraso en el crecimiento, y disminución de la función inmunitaria (Fischer Walker y col., 2009).
Reconocida es también que la utilización de niveles terapéuticos de zn tras el destete tiene un efecto positivo en la estabilidad y diversidad de la microbiota, mejora la regeneración celular y estimula el crecimiento epitelial (incrementa la iGf-1), reduce la secreción de iones a la luz intestinal y la liberación de histamina, y estimula la secreción de grelina promoviendo el consumo de pienso (Li, 2010).
Tiene también efectos específicos sobre la inmunidad local tanto del intestino delgado como del grueso, incrementando el número total de células caliciformes en las mucinas y una regulación descendente de IL-8 y TRL-4 (Liu y col., 2014).
Todo ello contribuye a los efectos positivos del zn sobre la prevención de la diarrea post-destete.
Resulta por lo tanto, estimulante pensar en las posibilidades que se abren de introducir un nuevo concepto de alimentación neonatal (incorpora los primeros días o semanas de vida).
Interesaría por tanto, suministrar o complementar aquellos nutrientes que pueden ser limitantes y que permitirán a los animales alcanzar una mayor respuesta productiva en las siguientes fases de crecimiento.
Figura 4. Porcentaje de la mortalidad a 14 días post-destete según inclusión de ZnO en el pienso y bloque de peso (grandes contra pequeños).
Uno de los principales desafíos ante los que se encuentra el lechón tiene que ver con su capacidad para digerir el alimento que consume tras el destete.
En este sentido la elección de ingredientes determina en gran medida los resultados productivos que los animales alcanzan durante la transición.
Para los animales, incrementar el aporte de proteína de origen vegetal representa un mayor desafío que incorporar ingredientes proteicos de origen animal. En particular, es importante destacar la limitada capacidad que el lechón tiene para acidificar el contenido digestivo del estómago.
Durante la lactación la fermentación bacteriana de la lactosa a ácido láctico contribuye a acidificar el estómago (Cranwell y col., 1976).
En particular, es importante destacar la limitada capacidad que el lechón tiene para acidificar el contenido digestivo del estómago.
Sin embargo, tras el destete, el consumo de pienso a intervalos menos frecuentes, y la elevada capacidad tampón del nuevo pienso puede provocar un aumento del pH del contenido del estómago (frecuentemente por encima de 5,0) durante varios días (Kidder y Manners, 1978).
El análisis de la capacidad tampón de ingredientes utilizados habitualmente en el pienso de transición permite observar el elevado poder neutralizante de los ingredientes minerales, como el bicarbonato sódico, el óxido de Zn, o el carbonato cálcico (Lawlor y col., 2005).
Un pH alto en el estómago contribuye a reducir la digestión de la proteína, incrementa el sustrato fermentable, y provoca mayor riesgo de diarrea.
Por otra parte, un pH alto permite a los patógenos colonizar el tracto digestivo con mayor facilidad (Yen, 2001).
BCa 0,35% | ACa 0,65% | MACa 0,95% | EEM | valor p | |
PV0 g | 7.683 | 7.692 | 7.688 | 6,24 | 0,615 |
PV7 g | 8.432a | 8.331ab | 8.211b | 56,57 | 0,041 |
PV14 g | 10.752a | 10.593a | 10.163b | 78,81 | 0,001 |
GMD14 g/día | 219,2 | 207,3a | 176,8b | 5,72 | 0,001 |
CMD14 g/día | 342,4 | 323,0 | 314,6 | 9,04 | 0,113 |
IC14 g/g | 1,568b | 1,557b | 1,787a | 0,03 | <0,001 |
Tabla 1. Efecto de diferentes niveles de calcio en la dieta (bajo, alto y muy alto) sobre los rendimientos productivos (PV, GMD, CMD e IC) durante la fase pre-starter (0 a 14 días)
En consecuencia, las dietas de primeras edades incorporan suero o lactosa para que continúe la fermentación bacteriana, y también es habitual la práctica de añadir ácidos orgánicos en el pienso.
Contrastan estas recomendaciones con los elevados valores recomendados por el NRC (2012).
En un estudio reciente trabajamos con 3 niveles diferentes de calcio: 0,35 % (sin incorporación de carbonato cálcico), 0,65 % (similares a los niveles de recomendación de FEDNA) y 0,95 % de Ca (similares a los niveles de recomendación de NRC) durante los primeros 14 días post-destete.
Observamos que los animales con bajo Ca en la dieta obtuvieron los mejores resultados productivos: mayor peso a 14 días, mejor ganancia de peso y un índice de conversión más bajo durante todo el periodo estudiado (p<0.01) (Tabla 1).
Como conclusión podemos afirmar que el “creep-feeding” es una buena estrategia para inicializar a los lechones al consumo tras el destete.
El éxito de esta práctica reside en alcanzar el mayor número posible de lechones consumidores de pienso antes del destete.
Para conseguirlo, se puede incorporar al pienso aromas o sabores que para el lechón le son innatamente preferidos o familiares.
Por otra parte, en el artículo hemos pretendido también evidenciar el elevado potencial de respuesta que el lechón tiene durante estas primeras etapas.
Además, de las numerosas incertidumbres que todavía tenemos sobre los niveles de nutrientes e ingredientes óptimos a incorporar en estos primeros piensos.