Potenciar la salud intestinal de los cerdos se ha convertido en una prioridad para el sector porcino, ya que permite mejorar su rendimiento productivo, minimizar los costes de producción y maximizar el Bienestar Animal.
Potenciar la salud intestinal de los cerdos se ha convertido en una prioridad para el sector porcino, ya que permite:
Mejorar su rendimiento productivo.
Minimizar los costes de producción.
Maximizar el Bienestar Animal.
Por ello, cada vez son más los estudios y referencias a lo que llamamos “Salud intestinal”. |
Si pensamos que la mejor salud intestinal es aquella que encontramos en la naturaleza, en los animales salvajes, dependerá del momento que elijamos para determinarla ya que podemos evaluarla en un momento de abundancia de alimento.
Por ejemplo, el otoño en la dehesa extremeña para los cerdos ibéricos o el gélido invierno con nieve y pocos recursos para los jabalíes.
Si preguntamos a nutricionistas, nos contestarán que salud intestinal será aquel estado del animal en el que las funciones digestivas se desarrollan con total normalidad. Pero, ¿qué consideramos normalidad?
Si preguntamos a veterinarios, lo más seguro es que se refieran a la ausencia de patologías digestivas que pongan en dificultad el desarrollo del animal en cuestión.
Los científicos responderán que todavía no lo saben, que hacen falta más averiguaciones y ensayos.
Como técnicos en producción animal podríamos usar la definición de Pietro Celi1:
“Un estado estacionario donde el microbioma y el tracto intestinal existen en equilibrio simbiótico y donde el bienestar y el rendimiento del animal no están limitados por la disfunción intestinal”.
Criterios para medir la salud intestinal
Bischoff2 propone 5 criterios para medir la salud intestinal:
Digestión efectiva y absorción de nutrientes, agua y minerales.
Deposiciones regulares, tiempo de tránsito normal y sin dolor abdominal.
Consistencia normal de las heces y ausencia de náuseas, vómitos, diarrea, estreñimiento y distensión abdominal.
Ausencia de enfermedades en el tracto gastrointestinal, ni intolerancias alimentarias o deficiencias enzimáticas.
Microbiota normal y estable, sin crecimientos anómalos de unas especies bacterianas sobre otras y sin diarreas asociadas a infecciones o parasitaciones.
Un estado inmunitario efectivo con una función eficaz de la barrera gastrointestinal:
Producción efectiva y normal de moco, sin translocaciones bacterianas.
Niveles normales de IgA.
Tolerancia inmunológica y actividad normal de las células inmunitarias con ausencia de hipersensibilidad de la mucosa.
Un estado de bienestar difícil de identificar en animales de producción pero que puede ser medido con niveles de serotonina normales y ausencia de marcadores de estrés.
Impacto del intestino en la salud
La función del intestino no se limita al procesamiento de alimentos y posterior absorción de nutrientes y fluidos, sino que influye en numerosos procesos fisiológicos que ocurren en el organismo.
Experimentos con animales y algunos datos humanos han demostrado que el intestino se comunica con bacterias que apoyan la digestión a través de su capacidad enzimática3,4.
El intestino regula funciones epiteliales e inmunitarias importantes para la salud intestinal, pero también para la salud en general5,6.
El intestino informa al cerebro, a través del nervio vago y determinadas hormonas, sobre la absorción de energía y otras condiciones que podrían afectar el estado de ánimo y el bienestar general7.
El intestino induce una tolerancia del sistema inmunitario frente a lo propio a la vez que establece una defensa inmunitaria frente a las agresiones externas de organismos vehiculados con el alimento.
Celi8 establece que hay 6 componentes a tener en cuenta para definir la salud intestinal porcina, siendo todos ellos similares a los que tiene en cuenta Bischoff con la única excepción de que Celi incorpora la dieta, que puede ser más fácilmente manipulada y dirigida en comparación con la salud intestinal humana:
Dieta, teniendo en cuenta los macro y micronutrientes, los aditivos mejoradores de la producción, los factores antinutricionales de los diferentes ingredientes y las fracciones indigestibles.
¿Cómo se mide la salud intestinal?
M. Varley (2017) definió que, para que un animal tenga buena salud intestinal, es preciso que exista una alta correlación entre salud general y salud intestinal, lo que implica que:
Su ganancia de peso desde los 30 kg a matadero sea óptima.
El número de días con tratamiento antibiótico sea bajo o cero.
La puntuación de lesiones pulmonares en matadero sea cero.
El nivel de proteínas de fase aguda, que mide el estrés o la inflamación en diferentes momentos de su vida productiva, esté en un nivel normal.
Esta forma de evaluar debe tener asociada otra serie de valores que midan los diferentes componentes de la salud intestinal. |
Sin embargo, medir la salud intestinal con técnicas in vivo requiere de métodos sofisticados, instalaciones especiales y técnicos especializados en cirugía, haciendo que sea inviable a nivel práctico.
Biomarcadores de salud intestinal
Para medir la salud intestinal se ha propuesto el uso de biomarcadores o marcadores biológicos que son sustancias que pueden ser utilizadas como indicadores biológicos.
Los biomarcadores deben poder medirse objetivamente y ser indicadores de:
Un proceso biológico normal.
Un estado patológico.
La respuesta a un tratamiento farmacológico.
El desarrollo de biomarcadores de la funcionalidad gastrointestinal es crucial para avanzar en la comprensión de los eventos que afectan a la barrera intestinal, su funcionalidad y la ecología de la microbiota gastrointestinal. |
Actualmente, tenemos un buen conocimiento del aparato digestivo y de los mecanismos de absorción de los principales macro y micronutrientes, pero existe una gran brecha en la investigación en relación a:
Biomarcadores de permeabilidad gastrointestinal.
Biomarcadores de función de barrera gastrointestinal.
Biomarcadores para el sistema endocrino intestinal.
Biomarcadores que sean indicativos de la presencia funcional de microbiota beneficiosa o sus metabolitos9.
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