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El cerdo Chato Murciano apareció a principios del siglo XX para satisfacer la demanda de la incipiente industria chacinera que se desarrollaba en Murcia y que con las razas disponibles en ese momento no se cubría, dado que tenían camadas poco numerosas (5-6 lechones por parto), lactaciones cercanas a los dos meses y lechones que alcanzaban escasamente los 10 kg de peso. |
A esto se suma el hecho de que los cerdos del tronco Ibérico de los que desciende el Chato Murciano tenían un crecimiento muy lento y un índice de conversión alto debido a varios factores:
La genética propia de animales no sometidos a programas de mejora.
Falta de precocidad productiva y reproductiva, alcanzando la pubertad cerca de los 10 meses de edad.
Manejo deficiente.
Alimentación basada, principalmente, en el pastoreo y ausencia de alimentación racionada.
Ausencia de programas sanitarios coherentes.
Los cruces realizados con estos cerdos dieron lugar al cerdo Chato Murciano que terminó superando los parámetros productivos de sus ancestros locales, con animales que empezaron a adaptarse a los requerimientos industriales y a las necesidades de la población que demandaba más proteína y menos grasa.
En la actualidad, el Chato Murciano no alcanza las cotas productivas de los modernos genotipos porcinos, pero, gracias a la calidad de sus carnes, sí se ajusta a los estándares de producto diferenciado, cumpliendo con los estándares de sostenibilidad económica y, por su baja densidad, también con los de sostenibilidad medioambiental. |
CONFORMACIÓN MORFOLÓGICA DEL CHATO MURCIANO
La conformación morfológica del cerdo Chato Murciano es la heredada de las razas ancestrales que lo formaron, siendo su perfil ultracóncavo y orejas erectas características transmitidas por los cerdos de raza Berkshire y Middle White.
La presencia del prognatismo inferior acusado hace que tenga