La producción porcina en el sudeste español ha gozado de una gran importancia económica y social durante los últimos 150 años, siendo el principal aporte de proteínas y energía requerido por los consumidores para cubrir las necesidades nutritivas que les impone su actividad diaria.

En Murcia, zona fronteriza durante muchos siglos entre los reinos de Aragón y Castilla, se ha dado siempre el intercambio lógico de materias primas, por lo que en la actualidad se tienen muchas variedades vegetales y razas animales a pesar de ser un espacio geográficamente reducido.

La cabaña porcina se ha caracterizado por aportar carne de calidad para el consumo propio y de las regiones aledañas y, en la actualidad, la exportación a otros países demandantes.
LOS ORÍGENES DEL CHATO MURCIANO – EL CERDO MURCIANO
MORFOLOGÍA
Desde la antigüedad, la materia prima porcina la han aportado las razas propias y autóctonas de Murcia, conociéndose la existencia de distintos tipos de manejo.
El cerdo Murciano, que [registrados]primitivamente poblaba las huertas, pertenecía al tronco del ganado Ibérico (Tronco Ibérico Negro del Mediterráneo) y de él se citaban dos variedades, la variedad Gabana y la variedad Pintada que presentaban las siguientes características morfológicas:
Capa: la variedad Gabana tenía la capa oscura, mientras que la variedad Pintada presentaba pintas amarillas y rojas sobre el pelo negro.
Perfil nasal y forma de la cabeza: ambas variedades destacaban por tener el hocico muy alargado y la jeta o morro muy ancho, estando las orejas situadas sobre los ojos a modo de teja, colgando lateramente.
Cuello: el cuello era alargado con una gran papada cuando estaba el cebo finalizado. Muchos ejemplares presentaban mamellas en la parte inferior.
Extremidades: las extremidades de estos cerdos eran alargadas y finas.
CRIANZA
El crecimiento de estos ejemplares era muy lento, necesitando cerca de dos años para terminar el cebo. Los alimentos de los que disponían estos cerdos eran muy diferentes a los actuales, siendo el sistema de manejo de tipo extensivo, en muchos casos, por el pseudo pastoreo que se llevaba a cabo en la huerta.

Conocidos coloquialmente como “cerdos sogueros”, por las mañanas estos animales eran amarrados mediante sogas a los árboles frutales, comiendo los frutos maduros o agusanados que caían al suelo y hozando en los alrededores del árbol. Gracias a esta práctica, iban labrando el terreno y comiendo las malas hierbas y, de paso, abonaban el terreno ...

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