Las investigaciones en nutrición porcina se centran en la funcionalidad gastrointestinal y la función inmunológica óptima, con especial énfasis en el período posterior al destete.
Las investigaciones en nutrición porcina se centran en la funcionalidad gastrointestinal y la función inmunológica óptima, con especial énfasis en el período posterior al destete, en el que se utiliza un alto consumo de antibióticos para prevenir enfermedades entéricas.
Sin embargo, se ha prestado poca atención al impacto de la nutrición de lípidos, y específicamente al papel de los ácidos grasos dietéticos, en la salud intestinal y el desarrollo de los cerdos.
La mayoría de los ácidos grasos (AG) de la dieta están ligados a los triglicéridos (TG), que es cuantitativamente la fracción lipídica más importante de la dieta de los cerdos y contribuye con más del 95 % de la grasa de la dieta.
Además, la grasa de la dieta consiste en fosfolípidos (PL), comúnmente presentes como lecitina, y contenidos menores de colesterol, ésteres de colesterol y vitaminas liposolubles. |
La digestión de los lípidos de la dieta comienza con una emulsificación en el estómago en la que se realiza una degradación parcial de los TG.
Sin embargo, la digestión principal resulta de la hidrólisis con lipasa pancreática. La emulsión de lípidos ingresa al intestino delgado como finas gotitas de lípidos y la acción combinada de la bilis y el jugo pancreático produce un cambio marcado en la forma química y física de la emulsión de lípidos ingerida.
En condiciones normales de función intestinal del cerdo, la digestión y absorción de TG son muy eficientes.
Sin embargo, el estrés relacionado con el destete de los cerdos de la madre y el parto prematuro pueden comprometer la capacidad funcional intestinal para la digestión, absorción y metabolismo de los lípidos de la dieta.
Si bien la digestibilidad de los lípidos en los lechones lactantes es alta (96%), ésta disminuye después del destete. La razón probablemente se deba a la función de la lipasa gástrica, que es responsable del 10 al 30% de la hidrólisis de los TG de la dieta.
Al considerar las fuentes de lípidos para el desarrollo de fórmulas lácteas para lechones o dietas especiales para lechones prematuros o de bajo peso al nacer, el impacto de la estructura de los TG puede considerarse en términos de digestibilidad de los lípidos.
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La composición de los AG, así como la distribución posicional en los TG, afectan la digestión, la absorción y el metabolismo, y estos factores ejercen un impacto en la transferencia de los diversos AG a los lechones.
El aporte de lípidos a través del calostro y la leche es una importante fuente de energía para el lechón recién nacido. La nutrición de lípidos es importante para el crecimiento y desarrollo porcino, además, los AG:
Independientemente de los cambios genéticos (por ej., desarrollo de cerdas hiperprolíficas), solo han aparecido cambios menores en el contenido de macronutrientes del calostro y la leche de las cerdas en los últimos 30 años y, para el contenido total de lípidos, se ha producido un aumento del 6,5 % al 7,5 % (desde la década de 1980 hasta la de 2010).
Los AG presentes en el calostro y la leche de la cerda son comúnmente los de cadena larga (LCFA) (C14:0, C16:0, C16:1, C18:0, C18:1, C18:2).
La composición de ácidos grasos de la leche de la cerda está muy influenciada por la composición de AG de la dieta (Lauridsen y Danielsen, 2004).
Además, la inclusión de lípidos dietéticos en las dietas de lactancia influyó en el perfil de AG de los tejidos de la progenie durante la lactancia y, de hecho, el efecto se mantuvo en la composición de AG durante el período posterior al destete (Lauridsen y Jensen, 2007).
La suplementación de aceite de coco (8%) a las dietas de lactancia aumentó la proporción de C12:0 (con un aumento de 0,5% a 1,3% por unidad) en el tejido adiposo de los lechones durante la lactancia y después del destete (Lauridsen y Jensen, 2007).
Del mismo experimento, se obtuvo una tendencia a mejorar la ganancia de peso de la camada cuando se alimentaba a las cerdas lactantes con aceite de coco en lugar de aceite de pescado (Lauridsen y Danielsen, 2004).
Además, la suplementación oral de aceite de coco a lechones de bajo peso tendió a aumentar el peso corporal durante la primera semana (Manzke et al., 2018).
En un estudio más reciente de Jin et al. (2017), la inclusión de aceite de soya y aceite de pescado (alrededor del 3 al 4 %) en las dietas de las cerdas durante la última etapa de la gestación y la lactancia mejoró el rendimiento del crecimiento de los lechones lactantes al aumentar el aporte de grasa láctea (en comparación con los lechones sin grasa).
A través de la alimentación de la cerda es posible transferir ácidos grasos al lechón, y la eficiencia en la transferencia de AG puede mejorarse a través de diferentes herramientas nutricionales.
Si bien los triglicéridos compuestos de ácidos grasos de cadena corta y media pueden beneficiar el crecimiento de los lechones debido a su absorción inmediata en la sangre, la nutrición temprana con LCFA puede afectar la composición de los AG de los tejidos intestinales y la membrana celular.
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