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Con una década de cerda hiperprolífica en el sector, es curioso que sigamos gastando tinta en innumerables artículos sobre el manejo de este tipo de cerda como si fuera una novedad.

Parece lógico hacerlo con virus mutantes, pero ¿con un sistema productivo tan instaurado? Tanto dar vueltas sobre lo mismo seguramente se deba a una sensación de ligero desatino, fuga de arena entre los dedos…

Hay detalles que no acabamos de controlar.

Si algo nos ha proporcionado la experiencia de los últimos años son una serie de certezas en las que casi todos los técnicos nos pondríamos de acuerdo:

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Se puede seguir investigando y mejorando, sobre todo en aspectos de rusticidad, resistencia a enfermedades y carácter maternal, pero en lo que respecta a prolificidad y fertilidad están a niveles excepcionales.

En cuanto al manejo, aún hay muchas granjas donde se puede mejorar.

La capacitación y formación del personal debe ser un pilar en nuestras empresas y se debe insistir en ello, no solo para nuevas incorporaciones, sino para todos los empleados.

Sabemos que el conocimiento y la maestría son motores de la motivación. ¡Encontramos a auténticos genios de la eficiencia productiva con una gestión espectacular de camadas, cerdas y nodrizas!

Aun así, en algunas explotaciones la producción de leche de las cerdas sigue siendo el talón de Aquiles. ¿Es todo responsabilidad de la alimentación? ¿Qué indican los últimos estudios?

FACTORES NO NUTRICIONALES ASOCIADOS A LA PRODUCCIÓN DE LECHE

La producción de leche de las cerdas ha aumentado significativamente en los últimos años. A este respecto,




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existen varios factores no nutricionales, incluidas las características genéticas de las cerdas y los factores ambientales, que juegan un papel crucial en la determinación de la producción de leche.

TAMAÑO DE LA CAMADA (Nº de lechones)

Existe una fuerte relación lineal positiva entre la producción de leche y el tamaño de la camada.

A pesar de que la ingesta de leche por parte de los lechones disminuye individualmente a medida que aumenta el tamaño de la camada, el hecho de incrementar el número de glándulas funcionales con el aumento del tamaño de la camada compensa con creces cualquier disminución en la producción de leche de las glándulas individuales.

Los lechones beben leche, aproximadamente, 30 veces/día y, dentro de los 35 minutos posteriores a cada bajada de leche, la ubre estará llena en un 80% para la siguiente bajada. Sin embargo, si un alvéolo no se ha vaciado cuando baja la leche, no habrá espacio para leche adicional. Esto significa que la cerda no podrá producir leche para ese alvéolo.

¡Una glándula no utilizada equivale a la pérdida de 1 kg de leche/día o del 7% de la producción potencial de leche!

 

En este sentido, son factores esenciales para aumentar la producción de leche:

El número de pezones funcionales.
El acceso sin obstáculos al pezón.
La presencia de un lechón en el momento de la bajada de la leche.

CALIDAD DE LA CAMADA

Relacionado con el punto anterior, en un reciente estudio se observó que, durante la primera semana de vida, las camadas de mayor peso lactaban una media de 31 minutos/día más que las camadas de menor peso.

Esto se atribuye a la hipotermia postnatal y a la menor vitalidad de los lechones más pequeños que, a su vez, tienen una menor capacidad de estimulación de la glándula mamaria, resultando en una menor producción de leche.

En cambio, los lechones más pesados pueden estimular un mayor flujo de leche de las cerdas y la lactancia más frecuente por parte de éstos también da como resultado una mayor producción de leche por parte de las cerdas.

A partir de la segunda semana de vida, no se observaron diferencias en la frecuencia y tiempo de amamantamiento entre camadas de alto y bajo peso, deduciéndose que los lechones de menor peso que sobrevivían a la primera semana eran capaces de estimular la glándula mamaria adecuadamente.

PARTIR CAMADAS

Las primeras 12-24h postparto son vitales para el desempeño inmunológico de los lechones, ya que es el intervalo durante el cual hay calostro disponible y su intestino es capaz de aprovecharlo.

En camadas de muchos lechones, especialmente en las que son poco homogéneas, es frecuente encerrar temporalmente a los lechones más pesados para dar una oportunidad a los más pequeños y débiles.

Sin embargo, según lo explicado anteriormente, este procedimiento puede conducir a que las glándulas se vacíen menos con una consecuente menor estimulación de la producción de leche.

Por ello, es importante que, al partir camadas, se tengan en cuenta un par de reglas básicas:

Solo encerrar a los lechones más grandes, nunca a los pequeños.

Mantener el encierro durante solo una hora, proporcionando una fuente de calor y repetirlo como máximo 3 veces/día.

En algunas granjas con altos índices de aplastamiento, se encierra a los lechones mientras las cerdas comen.

Este puede ser un buen procedimiento, siempre y cuando nos aseguremos de liberar a los lechones lo antes posible para que tengan acceso a las ubres.

Si alargamos mucho los tiempos de encierro, las glándulas se vacían poco y disminuye la producción. Esto es especialmente crítico en las horas posteriores al parto y puede llegar a ser la causa de altos índices de mamitis y agalaxia durante la primera semana de lactancia.

ADOPCIONES E IGUALACIONES

Cuando los lechones son trasladados a otra camada necesitan encontrar su pezón en una nueva ubre, lo que les puede llevar un tiempo y, nuevamente, conducir a que las glándulas no se vacíen.

Cuanto más se tarde en realojar a los lechones, mayor será su nivel de hipotermia, estrés y debilidad, lo que prolongará el tiempo que tardan en volver a mamar. El movimiento de lechones es necesario, pero en algunos casos excesivo comprometiendo así la producción lechera de las cerdas.

PARIDAD

Por norma general, las cerdas primerizas producen menos leche que las cerdas multíparas.

El consumo de pienso por parte de las cerdas lactantes experimenta un aumento desde el primer al sexto parto, siendo este aumento más notable entre el primer y el segundo parto ( 15-20%).

La ingesta de pienso por parte de la cerda durante la lactación, a menudo, no es suficiente para satisfacer sus necesidades de energía y nutrientes para el mantenimiento y la producción de leche, especialmente para las cerdas de primer y segundo parto.

Estas cerdas movilizan sus propios tejidos corporales para satisfacer sus necesidades de energía y nutrientes.

Los estudios de investigación han demostrado que, si las cerdas de primer y segundo parto movilizan más del 15% de su masa proteica durante la lactancia, se reduce la eficiencia reproductiva posterior y el peso al destete de la camada.

Además, las cerdas de primer parto todavía están creciendo y, por tanto, suelen tener reservas corporales inferiores de grasas, proteínas y minerales.

La alimentación segregada de cerdas jóvenes en parideras era una estrategia útil hasta la llegada de tecnología que permite lo más parecido a una alimentación ad libitum prácticamente individualizada.

Por otra parte, limitar el tamaño de la camada en las cerdas de primer parto para evitar grandes pérdidas de condición corporal puede parecer una buena idea, pero recordemos el efecto que tiene el vaciado de las glándulas mamarias.

Cuanto más trabaja una glándula, más leche produce en la lactación actual y también en las futuras. Limitar el número de lechones de primalas para asegurar una buena condición corporal puede comprometer la capacidad lechera de los siguientes ciclos.

FACTORES AMBIENTALES

Factores como el estrés, la temperatura ambiental y el fotoperiodo también pueden afectar la producción de leche en cerdas bien alimentadas. El mecanismo mediante el cual estos factores influyen en la producción de leche, a menudo, puede estar relacionado con la:

Interacción de los comportamientos de lactancia entre los lechones y la cerda.
Capacidad de los lechones para extraer leche de la glándula mamaria.

El control de la secreción de leche durante la lactancia parece depender de un inhibidor químico localmente activo en la leche que reduce la secreción por retroalimentación negativa.

Por tanto, el vaciado más regular y completo de la glándula mamaria puede favorecer una respuesta autocrina de secreción de leche y aumentar su producción.

Las estrategias para reducir el intervalo de lactancia y garantizar la extracción completa durante la eyección de la leche deben explorarse más a fondo.

ESTRÉS

El estrés inhibe la bajada de leche en todos los mamíferos, siendo una respuesta natural muy primitiva que prepara al animal para huir en caso de peligro.

Los ruidos bruscos, los manejos agresivos o las simples entradas constantes en las salas pueden alterar la eyección láctea.

Esto resulta especialmente importante durante la primera semana postparto, siendo importante recordar que las cerdas jóvenes suelen ser más sensibles.

TEMPERATURA

Una temperatura elevada en la sala de parto deprimirá el apetito de las cerdas lactantes.

Las cerdas más jóvenes de primer y segundo parto, que tienden a comer menos, y las cerdas extremadamente grandes o con sobrepeso tienden a verse más afectadas negativamente por las altas temperaturas.

Un estudio de campo llevado a cabo en verano (Lallemand Animal Nutrition, 2016) con el objetivo de evaluar el impacto del estrés por calor en granjas de cerdas en Europa demostró que, cuando la temperatura ambiental aumenta de 18°C a 28°C, la producción de leche disminuye en un 25%.

La temperatura no solo es importante por su impacto en el apetito de las cerdas, sino porque afecta directamente a la producción de leche.

Las altas temperaturas aumentan la vascularización periférica por vasodilatación superficial en detrimento de la vascularización de la glándula mamaria, disminuyendo la cantidad de sangre que llega a ella.

La glándula mamaria se caracteriza por estar muy vascularizada, siendo las mamas más craneales las más buscadas por los lechones por tener más vascularización y producir más leche.

Para producir 100 g de leche se necesitan aproximadamente 45-50 kg de sangre.

Es importante recordar que las necesidades térmicas de madres y lechones son muy diferentes, por lo que es importante conseguir dos climas en una misma sala.

Mientras que las madres están cómodas a 20°C, los lechones recién nacidos necesitan temperaturas cálidas (32-36°C).

Si los lechones pasan frío entran en el círculo destructivo de hipotermia, poca vitalidad, poco acceso a la glándula mamaria y, en muchos casos, muerte por aplastamiento. Y, si los lechones no maman, disminuye la producción láctea.

FOTOPERÍODO

Como es natural, en vacas lecheras se han hecho varios estudios para comprobar cómo afecta el fotoperiodo y la intensidad de la luz a la cantidad y composición de la leche.

En un estudio muy reciente, se observó que:

Las vacas lecheras expuestas a 50 y 100 lux durante 16h, presentaron mayor producción de leche que las de otros grupos.

Las vacas lecheras expuestas a 100 lux exhibieron un mayor nivel de grasa, proteína y sólidos totales en la leche en comparación con otras vacas del grupo.

El nivel de melatonina en la leche aumentó significativamente a medida que aumentaba la intensidad de la luz, mientras que los niveles de cortisol en la leche fueron más bajos.

Los resultados sugirieron a los investigadores que la diferencia de fotoperiodo e intensidad de luz podría actuar como una estimulación externa al patrón rítmico (metabolitos) involucrado en la alteración de la función hormonal, la producción de leche y su composición.

¿Cabría esperar resultados similares en la cerda?

Los pocos estudios que se han realizado han concluido que:

1. Exponer a las cerdas a 16 horas de luz/día en la sala de parto, en comparación con 8 horas o menos, aumenta el consumo de pienso por parte de las cerdas y el peso al destete de la camada, al tiempo que mejora su rendimiento reproductivo en los siguientes ciclos.

2. Las camadas de lechones expuestos a 16h de luz lactan mayor número de veces al día en comparación con aquellas expuestas a tan solo 8h.

En la segunda parte de este artículo hablaremos sobre aspectos relacionados específicamente con la dieta que afectan a la producción láctea de las cerdas.

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