El flushing nutricional en cerdas puede mejorar la reproducción al aumentar el número de lechones nacidos vivos y su peso al destete.
El plantel de cachorras es un grupo importante para el sistema de producción de cerdos, ya que representa, en otras palabras, el “futuro” de la productividad. Abordaremos el flushing nutricional en cerdas como herramienta para mejorar la producción a través de la nutrición.
👉 El rendimiento de las cerdas en su primer parto muestra una correlación positiva con su productividad posterior.
Las cerdas bien preparadas permiten expresar todo su potencial genético, lo que eleva la productividad. Por lo tanto, un manejo importante a realizar es el nutricional, ya que las hembras mal alimentadas en esta etapa, además de sufrir pérdidas inmediatas en la productividad, tienen pérdidas permanentes durante toda su vida productiva. En este sentido, el “flushing nutricional en cerdas” es una práctica consolidada y efectiva para mejorar el rendimiento reproductivo y optimizar la eficiencia reproductiva de la especie.
La nutrición específica de las cerdas en el período previo a su primera cubrición o inseminación ya es una práctica consolidada en gran parte de la industria porcina, ya que diversos autores han demostrado que altos niveles de energía en esta fase están relacionados con la mejora del rendimiento reproductivo.
Esta práctica es conocida en todo el mundo como “Flushing nutricional”
El flushing es una estrategia nutricional aplicada a las cerdas, que consiste en proporcionar una dieta ad libitum con alto nivel de energía durante el período previo a la cubrición, durante 14 a 21 días.
El efecto del flushing permite maximizar el potencial ovulatorio a través de un estado hormonal más adecuado y tiene como objetivo aumentar el número de lechones nacidos vivos. Esta estrategia nutricional primero provoca un aumento en los niveles plasmáticos de insulina, que desempeña una función importante en la regulación de la actividad ovárica. Se sugiere que la insulina puede mediar en los efectos interactivos de la nutrición y la reproducción en cerdos.
Las acciones de la insulina pueden manifestarse en objetivos celulares en el sistema nervioso central o directamente en las gónadas, ya que se ha comprobado la presencia de receptores de insulina en las células ováricas, y se sabe que la administración exógena de insulina aumenta la diferenciación de las células de la granulosa, reduce el número de folículos atrésicos y aumenta la tasa ovulatoria.
Las interacciones entre la nutrición y la reproducción han sido conocidas y documentadas durante mucho tiempo. En situaciones en las que la demanda de sustratos energéticos o proteicos supera la ingesta de los animales, las reservas corporales se movilizan de manera inmediata y son intensamente reguladas por el metabolismo. En este contexto, la función reproductiva asume una posición de menor prioridad metabólica que las funciones vitales desempeñadas por el sistema nervioso central, el sistema cardiorrespiratorio, renal, entre otros.
Las actividades que consumen nutrientes, como el crecimiento folicular y la producción de leche, se consideran no esenciales desde el punto de vista fisiológico y están fuertemente reguladas por complejos mecanismos neuroendocrinos y metabólicos. Estos mecanismos de control determinarán la partición adecuada de nutrientes para un estado metabólico dado, en función de variables circunstanciales como la edad, la composición corporal, la demanda nutricional y el equilibrio energético, entre otras. Esta partición de nutrientes es inherente al metabolismo vital y determinará, en última instancia, el límite hasta el cual se podrá explotar el potencial genético de los animales.
La infertilidad de origen nutricional es particularmente común en hembras, ya que un ciclo reproductivo completo (ovulación, concepción, gestación y lactancia) representa una de las actividades más costosas energéticamente que atraviesan las hembras mamíferas, especialmente en especies pluríparas.
Uno de los principales objetivos de la interacción entre reproducción y nutrición en cerdos es mantener la condición corporal de las hembras y, por lo tanto, garantizar una vida reproductiva adecuada para maximizar la productividad dentro del sistema de producción. El manejo alimentario de las cerdas o lechones de reposición es especialmente destacado para granjas tecnificadas, ya que estos animales representan del 30 al 40% de la reposición anual de hembras.
La nutrición específica de las cachorras en el período previo a su primera cubrición o inseminación es una práctica consolidada en gran parte de la industria porcina, ya que los altos niveles de energía de la dieta en esta etapa están vinculados a una mejora del rendimiento reproductivo. Por lo tanto, una práctica que ha sido objeto de estudio es el “flushing alimentario”, que se aplica principalmente durante el ciclo estral anterior a la primera inseminación artificial o monta natural.
El flushing es un esquema de alimentación que implica un período de restricción alimentaria seguido de un aumento en la alimentación, lo que conduce a un efecto inmediato en la respuesta ovulatoria |
Los estudios resaltan su función para estabilizar la ovulación y su efecto sobre la calidad del oocito y, en consecuencia, sobre la viabilidad embrionaria.
Esta alternativa nutricional, que mejora tanto cualitativa como cuantitativamente los nutrientes, aumenta el número de ovulaciones mediante la movilización de metabolitos en el ambiente ovárico, enriqueciéndolo con nutrientes.
🚨 Algo que puede interferir en el aprovechamiento del flushing en cerdas criadas en corrales es la mezcla de estas en grupos antes de la primera cubrición o inseminación artificial, lo que afecta el efecto deseado del aumento de nutrientes según lo recomendado, debido a una disminución en la ingesta de alimentos de los animales sometidos. Por lo tanto, el aumento en la alimentación es más eficiente cuando se aplica en hembras mantenidas en jaulas.
La utilización de grasa en la dieta de cerdos es una práctica ampliamente adoptada debido a su gran potencial de contribución de energía a las dietas. Sin embargo, con el conocimiento sobre las diferentes rutas metabólicas y mecanismos de regulación a los que están sujetos los carbohidratos y los lípidos, se puede suponer que influyen de manera diferente en algunas hormonas cuyo patrón de secreción puede interferir en el rendimiento reproductivo, como es el caso de la insulina. Además, los ácidos grasos libres provocan un marcado cambio en el metabolismo energético de las células beta pancreáticas, reduciendo su capacidad de secreción de insulina.
Trabajos científicos han demostrado que la fuente de energía dietética influye en la respuesta insulínica y en la liberación de LH y progesterona, lo que indica que las dietas con carbohidratos como fuente de energía son potencialmente más beneficiosas que las dietas cuya fuente es lípidos en cuanto al rendimiento reproductivo de las hembras porcinas.
Se ha informado que los picos posprandiales de insulina son significativamente mayores en las cerdas que reciben el flushing con almidón que en las cerdas alimentadas con una dieta lipídica, lo que sugiere que la concentración promedio general de esta hormona también es significativamente mayor.
Los estudios han demostrado que las dietas de flushing basadas en almidón de maíz aumentan:
– La tasa ovulatoria
– El peso total de los ovarios
– El número total de embriones viables
– La longitud media de los embriones
– El peso medio de los embriones
– El área media de la placenta y
– El peso medio de las placentas.
Es posible alterar el patrón de secreción de insulina y sus niveles medios en sangre en las cerdas al reemplazar una fuente energética lipídica (aceite de soja) por una fuente basada en carbohidratos (almidón de maíz). Esta modificación del metabolismo energético y la regulación hormonal se puede lograr incluso en animales en condiciones anabólicas y sin restricción alimentaria.
Otro factor que debe tenerse en cuenta es que el uso de carbohidratos como fuente predominante de energía metabolizable en la dieta de flushing puede ser una herramienta práctica eficiente para manipular el metabolismo energético de la hembra porcina y, por lo tanto, inducir efectos anabólicos en el sistema reproductivo y optimizar la eficiencia reproductiva de la especie.
El péptido inhibidor gástrico (GIP) se postula como el principal componente endocrino del eje enteroinsular (conexión endocrina entre el intestino y las células de los islotes de Langerhans) y es responsable de la integración entre los estímulos de origen digestivo y la secreción de insulina por el páncreas. En animales sometidos a una dieta basada en carbohidratos, los niveles plasmáticos de GIP son significativamente superiores en comparación con una dieta rica en lípidos. Por lo tanto, los ácidos grasos son débilmente inductores de la secreción de insulina en comparación con la glucosa. Este concepto puede aplicarse a la nutrición de cerdas, pero se necesitan estudios adicionales sobre esta categoría.
Algunos trabajos han demostrado que las hembras alimentadas con ingredientes a base de dextrosa y/o carbohidratos fácilmente fermentables presentan un aumento en el número de embriones, el número y peso de lechones nacidos vivos, lo que demuestra que estos alimentos pueden utilizarse para mejorar el rendimiento reproductivo de las hembras porcinas.
Además, recientemente se ha demostrado que el uso de estos ingredientes en el período previo a la cubrición ayuda a reducir la variabilidad del peso de la camada al nacer.
La importancia de esta especificidad de la dieta para las cerdas radica en que recientemente la selección se ha centrado en la prolificidad, con resultados de camadas grandes que a menudo son desiguales. Por lo tanto, se puede aumentar la vitalidad de la camada y permitir que esta se presente uniforme al nacer y, en consecuencia, al destete
Con el uso del flushing y principalmente con el uso de carbohidratos como fuente principal de energía, es posible alterar el patrón de secreción de insulina, que, al ser un importante regulador de la función reproductiva, garantizará una mejor productividad de la hembra porcina en su primer parto.
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