Es fundamental conocer mejor las interacciones entre la nutrición y el sistema inmunitario para poder reducir las pérdidas productivas.
La eficiencia productiva en el sector porcino está asociada a la tenencia de animales saludables capaces de expresar su máximo potencial genético, existiendo varios desafíos infecciosos y no-infecciosos (alimentación y estrés) que pueden comprometer su desempeño productivo.
Actualmente, la presión por producir de forma eficiente, reduciendo los costes y el uso de antibióticos y, además, con un bajo impacto ambiental, impulsa la búsqueda de soluciones de sostenibilidad frente a un escenario de grandes desafíos infecciosos como el PRRS y la PPA.
Sumado a ello, nos enfrentamos a los altos costes de las materias primas y la necesidad de evolucionar hacia modelos de producción que prioricen el Bienestar Animal.
Todos estos retos ponen de manifiesto la importancia de prestar mucha más atención a la salud de los animales, sobre todo a su capacidad de respuesta inmunitaria. De hecho, el estado de salud supone la existencia de un equilibrio entre la capacidad del animal para defenderse de los desafíos a los que está sometido, lo que pasa por una adecuada relación de simbiosis entre el animal y su microbiota. |
Los lechones son animales inmunológicamente inmaduros y se caracterizan por tener una microbiota inestable y en proceso de desarrollo, lo que los hace bastante sensibles a las infecciones.
Los cerdos adultos expuestos a enfermedades infecciosas o condiciones estresantes, como transporte, calor, frío, vacunación, intensa actividad reproductiva, etc., también pueden tener comprometido su sistema inmunitario.
El estrés de cualquier naturaleza afecta a la utilización y metabolismo de los nutrientes, con serias consecuencias sobre la eficiencia productiva.
El calor intenso, las infecciones, la vacunación y otras condiciones incómodas inducen un estrés oxidativo con la producción de radicales libres, lo que ocasiona peroxidación de los lípidos de membrana y degradación del ADN y proteínas celulares.
Las células en proliferación, como las del sistema inmunitario, son especialmente sensibles a estos fenómenos.
También se produce un desvío de la síntesis proteica destinada al crecimiento muscular hacia las células y órganos del sistema inmunitario, lo que trae consigo un incremento del coste metabólico que se ve reflejado en: Pérdida de calidad de la canal Disminución de la producción de leche Alteraciones en el desarrollo embrionario Empeoramiento de la conversión alimentaria |
La inflamación es una respuesta innata del sistema inmunitario del hospedador en reacción a la alteración de la homeostasis y es desencadenada por receptores que detectan infecciones, lesiones celulares y de tejidos y otras moléculas peligrosas (radicales libres, debris celulares, toxinas) que activan una cadena de eventos inmunológicos y fisiológicos con el objetivo de volver al estado de homeostasis y restablecer la funcionalidad.
Kogut et al. (2018) señalan que existen varios tipos de inflamación dependiendo de cuál haya sido el factor iniciador del proceso, pero en todos los casos hay un coste metabólico que puede ser mayor o menor, dependiendo de la intensidad y duración de la inflamación (aguda o crónica). También se describe una importante degradación proteica con producción de radicales libres.
Los animales convalecientes, por ejemplo, por una enfermedad infecciosa, pasan por todo ese proceso inflamatorio y tienen unas demandas nutricionales particulares que se deberán satisfacer para poder recuperar su estado físico y de productividad.
El constante estrés oxidativo provocado por la inflamación durante una enfermedad puede convertirse en un círculo vicioso en el que los radicales libres causan más destrucción de los tejidos, exacerbando aún más la respuesta inflamatoria.
Asociado a ello, los daños en los órganos y tejidos en el transcurso de algunas enfermedades pueden ser irreversibles y la infección crónica con microorganismos que comprometen al sistema inmunitario (por ejemplo, el vPRRS) puede ocasionar serias pérdidas de eficiencia.
La alimentación puede influir positiva o negativamente en la inmunidad de los cerdos.
En este sentido, la cantidad y calidad de los ingredientes empleados en la formulación de los piensos y su interacción con la microbiota de los animales tienen una gran importancia.
Los factores antinutricionales y las micotoxinas pueden actuar de forma directa o indirecta, disminuyendo la capacidad de respuesta inmunitaria de los animales.
Por ello, todas las medidas destinadas a limitar y controlar su presencia en los piensos serán de gran utilidad, tanto para la prevención de enfermedades como para favorecer la recuperación de animales convalecientes.
Las deficiencias nutricionales comprometen seriamente el desarrollo y la capacidad de respuesta inmunitaria de los animales. Afortunadamente, los avances en materia de nutrición han contribuido a que sea poco habitual observar cuadros clínicos de deficiencia nutricional en la porcinocultura actual.
Sin embargo, aún existen lagunas en lo que respecta al conocimiento de las necesidades reales de nutrientes, como determinadas vitaminas antioxidantes y aminoácidos funcionales, en condiciones de estrés inflamatorio y recuperación de enfermedades, así como las demandas de la microbiota en relación a estos nutrientes.
Ello abre oportunidades a la investigación para comprender mejor los aspectos metabólicos de las enfermedades que se tornan endémicas en algunos países como, por ejemplo, el PRRS o la PPA.
No debemos olvidar que la forma en la que se lleva a cabo la alimentación es fundamental, ya que de nada sirve proporcionar la mejor dieta si los cerdos no la consumen.
Lograr unas condiciones ambientales adecuadas (evitando condiciones indeseables de frío y calor) que favorezcan el consumo de alimento e incorporar nuevas formas de alimentación (por ejemplo, alimentación líquida o alimentos fermentados) se postulan como medidas interesantes que deben estudiarse para una mejor comprensión de sus ventajas para la productividad animal.
La nutrición de precisión se presenta como una interesante herramienta para modular el sistema inmunitario, contribuyendo así a que los animales sean más resistentes a las enfermedades y a que se recuperen más rápidamente cuando enfermen.
El uso de ingredientes funcionales, con la correcta formulación de aminoácidos, vitaminas y ácidos grasos, ha demostrado tener resultados beneficiosos para la inmunidad.
La descripción de las propiedades inmunomoduladoras de algunos fitoquímicos, prebióticos, probióticos y postbióticos es también bastante alentador, por lo que, incorporados a la alimentación de los animales, pueden ser grandes aliados en la prevención de enfermedades y reducción del uso de antibióticos.
Con el avance de las enfermedades infecciosas, especialmente aquellas que se tornan endémicas, es fundamental considerar la nutrición como una herramienta clave para reducir las pérdidas productivas. Así, conocer mejor las interacciones entre la nutrición y el sistema inmunitario es un tema fundamental y de candente actualidad.
Una nutrición que permita minimizar los fenómenos oxidativos (en el alimento y en los tejidos de los animales) y el uso de ingredientes con alto valor efectivo nutricional (Low Oxidation and High Effective Nutritional Value) es el punto de partida para mejorar la eficiencia y sostenibilidad del sector porcino en un escenario de enfermedades endémicas y/o crónicas.
Kogut, M.H.; Genovese, K.J.; Swaggerty, C.L.; He, H.; Broom, L. Inflammatory Phenotypes in the Intestine of Poultry: Not All Inflammation Is Created Equal. Poult. Sci. 2018, 97, 2339–2346.
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