Las hembras con IDE prolongado tienen una mayor frecuencia de celos cortos y un intervalo más corto entre inicio del estro y ovulación (Kemp y Soede, 1996; Lucia et al., 1999).
En los sistemas comerciales de producción porcina, la eficiencia reproductiva se expresa por el número de lechones destetados/hembra/año, combinando la prolificidad de las hembras, a través del número de lechones destetados por camada, con su fertilidad, a través del número de nacidos/hembra/año (Dial et al., 1992). Este indicador se encuentra altamente influenciado por el número […]
En los sistemas comerciales de producción porcina, la eficiencia reproductiva se expresa por el número de lechones destetados/hembra/año, combinando la prolificidad de las hembras, a través del número de lechones destetados por camada, con su fertilidad, a través del número de nacidos/hembra/año (Dial et al., 1992).
Este indicador se encuentra altamente influenciado por el número de días no productivos (DNP) acumulados por las hembras en los períodos en los que no se encuentran gestando ni lactando.
El intervalo destete-estro (IDE) es uno de los períodos que más incide en los DNP, reflejando la capacidad de reanudar la ciclicidad de la cerda después del destete.
En las últimas décadas, ha habido un gran aumento en términos de eficiencia reproductiva, lo que permitió lograr una productividad de alrededor de 30 lechones destetados/hembra/año (Koketsu et al., 2017).
Este aumento se debió al aumento en la tasa de ovulación de las hembras y a los avances en la mejora genética, resultando en un incremento en la prolificidad de las hembras e, indirectamente, en una reducción sustancial en la proporción de cerdas con IDE prolongado (Kemp et al., 2018).
Las intervenciones de manejo se pueden dirigir hacia el control de varios factores de riesgo asociados con la ocurrencia de intervalo destete-estro prolongado, con impacto en la definición de protocolos de inseminación artificial (IA) realizados en las granjas comerciales.
Las hembras con IDE prolongado tienen una mayor frecuencia de celos cortos y un intervalo más corto entre inicio del estro y ovulación (Kemp y Soede, 1996; Lucia et al., 1999).
Esto genera una mayor probabilidad de realizar la IA en un período alejado de la ovulación, lo que resulta en fallas reproductivas (Hoshino y Koketsu et al., 2008), lo que justifica la necesidad de ajustes a los protocolos de IA (Bortolozzo et al., 2015).
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