Descubre el desafío del «Celo Silencioso» en cerdas nulíparas y cómo registrar este evento clave en la reproducción porcina
Para mantener una productividad constante y eficiente a lo largo del tiempo en las granjas porcinas, es necesario realizar un seguimiento de la distribución de la paridad de las hembras.
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Sin lugar a dudas, la incorporación continua de cerdas jóvenes, o nulíparas, es fundamental para mantener un censo de paridad adecuado. Para lograr este objetivo, es imperativo establecer un programa de reposición que aborde aspectos clave:
Inducir el primer celo a temprana edad.
Relación peso-edad óptima. Siguiendo las pautas de la empresa genética.
Conocimiento de los ciclos estrales.
Realizar el servicio en la condición corporal adecuada. Un factor crítico.
Eliminar inmediatamente a las hembras acíclicas.
Las recomendaciones para lograr este desafío varían según factores como el tipo de explotación, instalaciones, nutrición, genética, y más. Cada caso es único y requiere la asesoría de profesionales para cumplir con éxito los objetivos de reproducción.
Una estrategia comúnmente utilizada por los productores es aprovechar el «efecto Macho» a partir de los 140-150 días de edad. Esto busca estimular la pubertad en las cerdas jóvenes al hacer que interactúen con los sementales al menos dos veces al día durante 15 minutos. Esta estrategia contribuye al desarrollo del aparato reproductor y a la consecución del tercer celo al momento de la primera inseminación.
Sin embargo, a menudo se pasa por alto un aspecto crucial: el registro de los celos en las cerdas jóvenes. Identificar el inicio del primer celo es esencial, ya que este marca el comienzo de un ciclo de 21 días, con el segundo y tercer celo. El problema surge cuando el primer celo es «débil» y carece de signos evidentes, como la inmovilidad a la presión lumbar.
En tales casos, es importante observar detenidamente la vulva de la hembra, que suele presentar una turgencia y enrojecimiento más evidente que en su estado anterior.
Imagen 1. Izquierda: Vulva de cachorra normal sin signos de celo. Derecha: Vulva de cachorra turgente y enrojecida sin reflejo de inmovilidad (presión lumbar).
En ocasiones, las hembras pueden manifestar este «celo silencioso», con síntomas como una vulva enrojecida y ligeramente turgente, pero sin el reflejo de inmovilidad.
Registrar este evento es crucial, ya que indica que la hembra ha pasado por un celo. Por lo tanto, es de esperar que 21 días después, experimente un nuevo celo. Estar atentos a estos detalles es fundamental para optimizar la reproducción.
En conclusión, el control de la reproducción en cerdas nulíparas es esencial para mantener la eficiencia y productividad de las granjas porcinas. El seguimiento cuidadoso de los ciclos estrales y la identificación de «celos silenciosos» son aspectos clave en este proceso. El uso del «efecto Macho» y la atención a los signos sutiles pueden ser herramientas valiosas. Mantener un programa de reposición efectivo es fundamental para garantizar un flujo constante de hembras jóvenes y reproductivamente preparadas en la granja. En última instancia, la colaboración con profesionales asesores y la observación atenta de las hembras son cruciales para el éxito de la gestión reproductiva porcina.
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