¿CÓMO ABORDAR UN PROBLEMA DE FALLO REPRODUCTIVO EN CERDAS REPRODUCTORAS?
A pesar de sus notables repercusiones, el fallo reproductivo constituye uno de los problemas más difíciles de diagnosticar debido a la gran cantidad de factores implicados.
Entre los problemas que afectan a la producción porcina, el fallo reproductivo ocupa uno de los lugares más destacados. Sus consecuencias económicas y productivas pueden ser devastadoras y genera problemas logísticos y organizativos muy graves al alterar la estructura de los lotes o bandas de cubrición y aumentar la carga de trabajo del personal de gestación.
A pesar de sus notables repercusiones, el fallo reproductivo constituye uno de los problemas más difíciles de diagnosticar. Esto se debe a la gran cantidad de factores que pueden estar implicados y desempeñar un papel en el desencadenamiento, la gravedad y la evolución del proceso.
Entre ellos destacan:
¿CÓMO ABORDAR UN PROBLEMA DE FALLO REPRODUCTIVO EN CERDAS REPRODUCTORAS?
Se debe comenzar por objetivar y cuantificar el problema. Esto se consigue a través del análisis detallado y sistemático de los datos de producción, particularmente aquellos relacionados con la reproducción, que deben desglosarse por bloques de parámetros y grupos de producción y periodos.
Debido a la gran cantidad de factores involucrados, es imprescindible realizar un abordaje sistemático e integral para llegar a un diagnóstico correcto.
De esta forma, habrá que comenzar por acotar el tipo de alteración observada (i.e. alta incidencia de anestros, elevado porcentaje de repeticiones, alta tasa de abortos, número elevado de cerdas vacías a parto, alteraciones en la composición de las camadas o una combinación de estas alteraciones).
A continuación, y en función de los parámetros afectados, es imprescindible profundizar en el análisis de estos.
Así, si se observa un aumento en la tasa de repeticiones de celo es imprescindible determinar si se trata de repeticiones cíclicas de primer ciclo, cíclicas de segundo ciclo, acíclicas, tempranas o tardías, ya que las causas de cada una de estas alteraciones son diferentes. Además, hay que determinar si las alteraciones se concentran en un periodo de tiempo o afectan a un grupo específico de reproductoras.
En segundo lugar, y una vez analizados los parámetros alterados, se debe realizar una visita a la granja, que incluirá una anamnesis detallada al personal y un examen minucioso de los animales, las instalaciones y el manejo para poder realizar un estudio conjunto de todos los datos recabados.
Con toda esta información podremos establecer un diagnóstico presuntivo, empezando por determinar si el problema se debe a una causa infecciosa o a una causa no infecciosa. La probabilidad de que se encuadre en una categoría u otra dependerá, en gran medida, de qué parámetros estén alterados.
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL DEL ANESTRO Y LA INFERTILIDAD
Si observamos un problema de anestro o de infertilidad lo más probable es que la causa última sea no infecciosa, particularmente cuando no se observen otras alteraciones en la reproducción ni signos clínicos en las cerdas.
Por tanto, debemos empezar por analizar y descartar el papel que puedan desempeñan distintos factores de manejo.
1. Comprobar el protocolo de detección de celos y capacitación del personal
Ante un problema de anestro debemos empezar por comprobar el protocolo de detección de celos que se sigue en la granja y la capacitación del personal que lo realiza, ya que una mala detección de celos se manifiesta como un problema de falsos anestros.
Igualmente debemos comprobar la ausencia de celos en maternidad, que pueden conducir a falsos anestros en cerdas que han ciclado durante la lactación.
2. Realizar un estudio ecográfico
En paralelo, debemos realizar un estudio ecográfico para comprobar que realmente existe una ausencia de actividad ovárica y que no existen otras patologías, como la presencia de quistes ováricos que interrumpan la ciclicidad de las cerdas y que pueden aparecer, entre otras cosas, como consecuencia de la aplicación de tratamientos hormonales inadecuados.
Estos estudios pueden hacerse también en el matadero, analizando los ovarios de las cerdas descartadas por anestro.
3. Descartar situaciones de estrés grave
Una vez descartada la existencia de problemas de falsos anestros y de alteraciones ováricas debemos verificar que no se producen situaciones de estrés grave que puedan conducir a una inhibición del eje hipotalámico-hipofisario-ovárico.
4. Realizar análisis por periodos
En paralelo, se debe hacer un análisis por periodos ya que uno de los factores que mayor relevancia tiene en la aparición de anestros es la estacionalidad. El estrés calórico ejerce su acción mediante dos mecanismos de acción complementarios:
El fotoperiodo decreciente tiene este mismo efecto, por lo que a finales de verano se produce un efecto aditivo de calor y fotoperiodo y suele ser el momento de mayor incidencia de anestro estacional.
Además, el déficit en la producción de GnRH, LH y FSH es responsable de una peor calidad de los ovocitos, que se traduce en una mala calidad embrionaria y en una reducción en la funcionalidad de los cuerpos lúteos, con la consiguiente disminución de la cantidad de progesterona circulante.
Todo ello causa pérdidas embrionarias importantes que dan lugar a una disminución de la fertilidad que se manifestará como un aumento de las repeticiones de celo tanto cíclicas como acíclicas, que suelen acompañar a los problemas de anestro.
5. Analizar causas no relacionadas con la estacionalidad
Las repeticiones de celo pueden tener otras causas no relacionadas con la estacionalidad, pero suelen ser de origen no infeccioso. Para alcanzar el diagnóstico lo primero que hay que hacer es determinar qué tipo de repeticiones se observan.
Cuando predominan las repeticiones cíclicas, con independencia de que se trate de repeticiones de primer o de segundo ciclo, la causa más frecuente suele relacionarse con fallos en la detección de celos y con el manejo del semen y de las cubriciones.
Lo mismo sucede si observamos repeticiones tempranas, que corresponden inexorablemente a la cubrición de cerdas que no están en celo.
Por el contrario, en las repeticiones acíclicas los factores predisponentes más habituales son las situaciones de estrés tras la cubrición, que pueden tener distintas causas: ambientales, sociales, de alimentación o de cualquier otro origen.
6. Descartar micotoxinas en pienso
Otro factor que puede estar ligado a una baja fertilidad es la presencia de micotoxinas en los piensos, por lo que debemos descartar su presencia.
7. Descartar causas infecciosas
Únicamente cuando hayamos verificado todos los aspectos anteriormente mencionados tendremos que descartar las causas de naturaleza infecciosa. Suelen ser esporádicasy deberse a patógenos, generalmente oportunistas, que pueden producir endometritisy, con menos frecuencia, salpingitis, aunque también hay que considerar patógenos que pueden causar mortalidad embrionaria temprana y retornos a celo.
Estos últimos suelen ser virus que pueden replicarse en los embriones. Entre ellos destacan por su frecuencia parvovirus y distintos virus de la familia Picornaviridae.
Además, hay que tener en cuenta que la cubrición de cerdas que hayan tenido un fallo reproductivo previo por causa infecciosa, generalmente abortos, pueden sufrir repeticiones de celo cuando la recuperación del endometrio no ha sido adecuada ya que se producirá una degeneración embrionaria temprana tras la cubrición.
Este fallo reproductivo es indirecto y no se puede considerar que los correspondientes agentes etiológicos causen repeticiones de celo.
Lo mismo sucede cuando las reproductoras sufren una infección sistémica por un patógeno que no se replica en el aparato reproductor. En este caso, la fiebre produce la muerte de los embriones, que son muy susceptibles al aumento de temperatura, sobre todo al comienzo de la gestación. En ambos casos se produce el cese de la gestación y la posterior salida a celo.
Esto sucede por ejemplo en las infecciones causadas por el virus del síndrome reproductor y respiratorio porcino (PRRSV) que no causa repeticiones de celo de forma directa ya que no tiene efecto en los embriones antes de la implantación, pero puede causarlas de forma indirecta cuando se cubren cerdas abortadas o tienen fiebre como consecuencia de la infección.
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL DE ABORTOS
Los abortos constituyen uno de los problemas reproductivos más difíciles de diagnosticar en el ganado porcino.
También en este caso, lo primero que debemos hacer es intentar determinar si se trata de abortos de naturaleza infecciosa o no infecciosa, aunque, en contra de lo que se podría pensar, los datos disponibles indican que la mayoría de los abortos que se producen en las granjas de cerdos son de naturaleza no infecciosa.
Si la cerda no presenta ningún signo clínico, particularmente fiebre, el aborto es debido a una causa no infecciosa, mientras que si la cerda ha tenido fiebre el aborto es probablemente una consecuencia indirecta de la infección por un patógeno que no se replica en el aparato reproductor, como el virus de la gripe o Actinobacillus pleuropneumoniae, entre otros. |
1. Determinar la naturaleza infecciosa o no infecciosa
Por otro lado, entre los abortos de naturaleza infecciosa hay que discriminar entre los causados por:
Para establecer un diagnóstico presuntivo debemos estudiar aspectos como la morbilidad, el tipo de presentación (i.e. endémica o epidémica), la distribución por partos, los días de gestación, el aspecto de los fetos abortados, la presencia de otras alteraciones de la reproducción y otros signos clínicos tanto en las cerdas como en otros grupos de edad.
Como norma general se puede decir que los abortos de naturaleza no infecciosa, posiblemente con la salvedad de los abortos de otoño, suelen presentarse en forma endémica, distribuidos a lo largo del tiempo, mientras que los de etiología infecciosa tienden a concentrarse en periodos más definidos.
Del mismo modo, los abortos de naturaleza no infecciosa tienden a distribuirse a lo largo de la gestación mientras que los de naturaleza infecciosa se suelen producir a partir del día 70-80 de gestación.
Sin embargo, los aspectos que más ayudan a determinar si se trata de abortos de naturaleza infecciosa o no infecciosa son la presencia de otras alteraciones de la reproducción, de signos clínicos en las cerdas u otros animales y el aspecto de los fetos abortados. La concomitancia de otras alteraciones reproductivas y la presencia de otros signos clínicos, tanto en reproductoras como en otros grupos de edad, suelen indicar el concurso de un patógeno.
Igualmente, la presencia de lesiones o autólisis en los fetos indica que se ha producido una infección transplacentaria por un patógeno específico de la reproducción.
Por el contrario, la expulsión de fetos frescos y sin lesiones implica que el aborto es consecuencia de la ruptura del cuerpo lúteo, sin que los fetos en desarrollo hayan sufrido ninguna alteración.
2. Diferenciar entre patógenos específicos o no de la reproducción
En la toma de muestras para confirmar el diagnóstico en el laboratorio es fundamental diferenciar entre:
Abortos causados por patógenos específicos de la reproducción: debemos tener en cuenta que desde que se produce la infección de la cerda hasta que se produce el fallo reproductivo pasa un periodo de tiempo que, aunque puede ser variable, suele oscilar entre dos y cuatro semanas.
Esto implica que, con frecuencia, el patógeno ha desaparecido ya de la circulación de la madre (en caso de patógenos que producen viremia o bacteriemia) cuando se produce el aborto y, en consecuencia, la ausencia del patógeno en muestras de suero no es suficiente para descartar su concurso en el proceso.
Sin embargo, el tiempo transcurrido desde la infección permite con frecuencia detectar seroconversión.
Además, los patógenos específicos de la reproducción atraviesan la barrera placentaria por lo que los podemos encontrar en los fetos. No obstante, hay que tener presente que la barrera placentaria de la placenta epiteliocorial de la cerda es difícil de vencer y normalmente solo una parte de los fetos se infecta.
En consecuencia, para confirmar el diagnóstico es necesario tomar varios fetos por camada, típicamente entre 4 y 6, y estudiar varias camadas.
Estos fetos deben enviarse enteros para evitar problemas de contaminación ambiental que pueden distorsionar el diagnóstico. Otras muestras, como placentas, solo son útiles en el caso de algunas infecciones bacterianas, como la causada por Brucella suis, ya que la mayoría de los patógenos no se replican en la placenta.
Patógenos que no se replican en el aparato reproductor: el fallo reproductivo es agudo y el patógeno no se encontrará ni en los fetos ni en la placenta.
Por tanto, lo más adecuado es tomar muestras de la madre, en la que puede ser posible detectar el patógeno cuando se produce el aborto, aunque la muestra más adecuada dependerá de la sospecha clínica.
Por el contrario, no se deben tomar muestras de fetos abortados o placentas ya que el patógeno no se encontrará en estas localizaciones. Del mismo modo, el estudio de la seroconversión no suele ser adecuado ya que con frecuencia el fallo reproductivo se produce antes de que la cerda desarrolle una respuesta inmunitaria específica.
Finalmente, cuando la sospecha clínica apunta a causas no infecciosas, el diagnóstico es más difícil de confirmar y solo podemos hacerlo de forma indirecta, descartando otras causas posibles, corrigiendo los factores predisponentes y comprobando que se soluciona el problema.
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL DE FETOS MOMIFICADOS
Como en los casos anteriores, un aumento en el número de fetos momificados puede deberse a:
Para alcanzar el diagnóstico es necesario analizar aspectos como la distribución por partos, el tamaño de la camada, el tamaño de los fetos momificados y la aparición de otras alteraciones de la reproducción o signos clínicos en otros grupos de edad.
Tamaño de la camada
La probabilidad de insuficiencia placentaria aumenta con el tamaño de la camada de forma que en estos casos habrá una tendencia a que el número de fetos momificados aumente con el tamaño de la camada.
Por el contrario, esta correlación no se observará si la causa es infecciosa.
Tamaño de los fetos momificados
El tamaño de los fetos momificados también da información relevante ya que indica la edad de los fetos cuando murieron.
Como norma general se puede decir que la mayoría de los patógenos producen fetos momificados de distinto tamaño como consecuencia de una difusión intraplacentaria secuencial más o menos lenta tras el paso de la barrera placentaria.
Es el caso de parvovirus porcino o los picornavirus entéricos porcinos, entre otros.
Sin embargo, también es posible encontrar fetos momificados de gran tamaño acompañados de otras alteraciones de la reproducción, generalmente abortos, como en el caso del PRRSV, que es muy eficiente en la infección transplacentaria al final de la gestación.
Por el contrario, cuando la mortalidad es consecuencia de una insuficiencia placentaria, el tamaño de los fetos momificados suele ser intermedio ya que las muertes se producen en torno a los 70-80 días de gestación, cuando el tamaño de los fetos y su demanda de nutrientes aumenta notablemente.
En estos casos no se observará ninguna otra alteración ni en la reproducción ni en las reproductoras.
El diagnóstico del aumento en la tasa de fetos momificados no es fácil ya que el registro de datos no suele ser bueno y, en el caso de procesos infecciosos, encontramos la dificultad añadida de que el patógeno responsable normalmente se inactiva y degrada como consecuencia de los procesos de autólisis.
Por ello es necesario tomar muestras dirigidas siempre de camadas con más de dos o tres fetos momificados y pertenecientes a distintos lotes de partos.
En este caso, las muestras deben incluir fetos momificados, pero también nacidos muertos y nacidos débiles de esa misma camada.
Por otro lado, el diagnóstico diferencial debe incluir un elevado número de patógenos entre los que cabe destacar parvovirus porcino tipo 1, picornavirus entéricos porcinos y otros enterovirus, como el virus de la encefa-lomiocarditis, circovirus porcino tipo 2 y PRRSV. Además, recientemente se ha añadido a esta lista circovirus porcino tipo 3, que se ha asociado con frecuencia a fallos reproductivos, y es posible que en el futuro se agreguen otros virus descritos recientemente, y cuyo efecto en la reproducción todavía no está firmemente establecido, como otros parvovirus porcinos o circovirus porcino tipo 4.
CONCLUSIÓN
El fallo reproductivo en ganado porcino puede tener distintos orígenes entre los que se incluyen causas infecciosas o no infecciosas.
En consecuencia, la aproximación al diagnóstico tiene que ser holística, teniendo en consideración los factores predisponentes, la forma de presentación del proceso y la presencia de otras alteraciones, tanto en reproductoras como en animales en crecimiento.
Aun así, alcanzar un diagnóstico definitivo suele ser complicado y muchos casos quedan sin diagnosticar.
Cuando se sospeche de causas de naturaleza infecciosa, el laboratorio es una gran ayuda, pero el éxito dependerá en gran medida de una correcta selección de muestras ya que es frecuente que no se llegue a identificar ningún patógeno.
Por otro lado, no hay que olvidar que muchas alteraciones reproductivas tienen origen no infeccioso, por lo que el laboratorio no puede constituir la única base en la que se sustente el diagnóstico.
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