De no hacerlo así, podríamos ser nosotros mismos los que vayamos propagando la infección de unos animales a otros.
Para enfrentarnos a los agentes patógenos debemos plantear una “carrera de obstáculos” para alcanzar el éxito en el control de las diarreas en cerdos.
Cuando nos enfrentamos a cualquier patología causada por un agente infeccioso (bacterias o virus) o parasitario, debemos de plantearnos dos cuestiones:
¿Cómo ha llegado hasta nuestros animales?
¿Cómo podemos eliminar ese contacto en el futuro?
En general, los procesos respiratorios suelen contagiarse desde otros animales enfermos, mientras que los procesos digestivos suelen ocurrir porque en el lugar de crianza quedan sus formas de resistencia. Insisto: generalmente.
Por ello, cuando tratemos de controlar un proceso digestivo, nuestro principal punto de actuación debe de ser revisar la bioseguridad interna para limitar al máximo las posibilidades de contagio de nuestros animales.
Debemos plantear una “carrera de obstáculos” para los agentes patógenos y cuantos más les pongamos, mayor posibilidades de éxito tendremos.
Antes de comenzar, me gustaría insistir en la importancia de que personalicemos el Programa de Bioseguridad de nuestra granja.
Como cada granja es diferente y, sobre todo, cada productor es distinto a los demás, no podemos establecer una pauta común para todas las granjas.
Lo ideal sería que tuviésemos un listado con todas las medidas que creemos importante respetar en las granjas para garantizar la máxima protección.
Todos sabemos cuáles son los puntos a controlar, pero esta larga lista debemos reducirla a lo que realmente consideremos que se va a cumplir en cada granja, por la idiosincrasia del personal que trabaja en ella.
Un plan de bioseguridad se basa en que las personas que tienen que llevarlo a cabo estén concienciadas y para eso debemos pedir acciones factibles, ya que de lo contrario, al exigir el cumplimiento de medidas inviables no se respetarán ni las medidas más sencillas.
Pedir que se duchen las visitas al llegar a un cebadero, cuando muchos trabajadores no tienen ni un vestuario limpio para cambiarse, resultaría una quimera. El límite lo marcamos nosotros.
Para evitar cualquier patología infecciosa, lo principal es que no haya contacto con el causante y si no puede evitarse, lograr que este sea el mínimo posible.
¿Erradicar o Controlar?
A veces debemos valorar si es económicamente viable plantear la erradicación de un patógeno o es más rentable convivir con él, pero reduciendo su población todo lo que se pueda. Por eso, nuestra primera arma debe de ser la limpieza.
En los procesos digestivos, nuestro objetivo será evitar que los animales contacten con las formas de resistencia de los gérmenes que ha habido en la crianza anterior.
Limpieza
Una buena limpieza comienza por la retirada de toda la materia orgánica más visible que pueda quedar en la instalación.
Posteriormente, lo recomendable es remojar para facilitar la retirada de los restos más pequeños y adheridos a las superficies.
Es imprescindible usar jabones adecuados y dejarlos actuar siguiendo los consejos del fabricante, en cuanto a forma de aplicación y tiempo hasta su aclarado.
El lavado se debe de hacer sin prisa, a la presión adecuada para no afectar a la instalación y de arriba hacia abajo para arrastrar mejor la suciedad.
Secado
Es importantísimo que exista un correcto secado, ya sea de forma natural, ayudado por calor externo o con productos secantes.
Desinfección
El detalle final necesario es la desinfección correcta, siguiendo también las indicaciones del fabricante del producto.
Estrategias complementarias
Cerdos saludables
Llegados a este punto en el que, con nuestros medios ya no se puede intensificar la limpieza de las instalaciones (lo ideal sería sacar todo el material de la granja y limpiar también las fosas de purines), debemos plantearnos otras estrategias como tener animales que estén mejor preparados para reaccionar en caso de un ataque y esto les dé mayor protección.
Antibioterapia preventiva
Hasta hace unos años, conseguíamos tener las infecciones bajo control con medicaciones preventivas que, en parte, han llevado a un abuso en las terapias con antibióticos. Hoy en día, se hace ha hecho necesario aplicar restricciones, haciendo un uso racional, como debe de ser.
No se pueden prohibir todos los antibióticos, pero sí limitar su uso solo a los casos en los que sea estrictamente necesario y en el futuro cercano se nos exigirá un mayor control, incluyendo la realización de antibiogramas previos.
Vacunación
Dentro de las medidas para dar mayor protección debemos de contemplar los avances en vacunas que antes no existían, pero que son muy útiles y rentables frente a algunos procesos.
Abordaje sistemático
Otro punto de bioseguridad que puede ser muy útil y sencillo de aplicar es asegurarnos de que durante la ejecución de las labores diarias, se visite primero a los animales sanos y, posteriormente, a los enfermos o los que tiene más riesgo de sufrir patologías:
De no hacerlo así, podríamos ser nosotros mismos los que vayamos propagando la infección de unos animales a otros.
Material de trabajo
Los materiales empleados en la granja como botas, palas o jeringuillas deben ser exclusivas para cada zona y deben de limpiarse tanto como sea necesario para garantizar la disminución del riesgo de infecciones.
Una medida a la que, a veces, no damos importancia y que también puede condicionar la tranquilidad de nuestra granja es garantizar que no se aplican purines de otras granjas cerca de la nuestra.
No sabemos cómo es la Sanidad de la granja de procedencia, pero el solo hecho de que tenga un estatus sanitario distinto ya es un riesgo.
Por ello, lo recomendable es tener una buena relación con los propietarios de las parcelas vecinas e intentar que allí solo se aplique nuestro purín para evitar ese riesgo.
Además, la aplicación de los purines siempre ha de hacerse en las cantidades correctas, respetando el Medio Ambiente.
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