Como resultado, generalmente, la ileítis no es una enfermedad de lechones lactantes o destetados hasta los 60 días de edad.
Afrontar la ileítis porcina requiere de un abordaje sistemático seguido de la instauración de unas medidas terapéuticas y de prevención adecuadas a las circunstancias.
DIAGNÓSTICO
El diagnóstico de ileítis debe basarse en los registros del rendimiento productivo, los signos clínicos, las lesiones macroscópicas y los resultados de laboratorio. Los problemas pueden comenzar a detectarse en las fases finales de la transición en las granjas o regiones donde existe una restricción sobre el uso de antimicrobianos, como sucede en algunos países de la Unión Europea.
Sin embargo, en otras regiones, Lawsonia intracellularis comienza a generar problemas en la fase de cebo, afectando incluso a las primerizas y cerdas de segundo parto.
Como resultado, generalmente, la ileítis no es una enfermedad de lechones lactantes o destetados hasta los 60 días de edad.
Evaluación post mortem
En granjas con una mayor tasa de mortalidad y/o signos clínicos evidentes, la evaluación post mortem es una herramienta importante para tratar de comprender el problema.
Por lo tanto, la necropsia de cerdos muertos o animales sacrificados que estuvieran clínicamente afectados proporcionará información relevante y, a veces, concluyente para el caso. Por ejemplo, los animales con la forma hemorrágica (aguda) de la enfermedad tendrán evidentes lesiones macroscópicas durante la evaluación post mortem.
Estas lesiones se caracterizan por la presencia de pliegues e hiperemia intensa de la serosa de las áreas afectadas del intestino delgado y a veces del grueso, edema y congestión del mesenterio, engrosamiento de la pared intestinal debido a los pliegues evidentes de la mucosa y coágulos de sangre en la luz intestinal (Imagen 1).
Las granjas que presentan la forma crónica, donde se observa con frecuencia diarrea pastosa y desigualdad entre los compañeros de corral, mostrarán en la evaluación post mortem de estos cerdos enfermos, lesiones irregulares con edema de la subserosa, principalmente en el área de inserción del mesenterio.
La mucosa del segmento intestinal afectado se muestra engrosada con pliegues profundos y con fragmentos de pseudomembrana que la cubren (Imagen 2) (Ward & Winkelman, 1990).
Con la progresión de las lesiones, la mucosa se destruye, lo que produce necrosis.
Los animales afectados subclínicamente o los animales con signos clínicos leves pueden presentar lesiones macroscópicas leves o indetectables. En estos casos, se recomienda el envío de muestras al laboratorio.
Diagnóstico de laboratorio
Siempre se deben enviar al laboratorio fragmentos de intestino fresco y en formol para permitir el análisis para otros enteropatógenos.
En el laboratorio, se procesarán muestras intestinales fijadas en formol que permitirán la detección de lesiones histológicas típicas de ileítis en al menos el 50% de los casos positivos. Los anticuerpos específicos de L. intracellularis para la tinción inmunohistoquímica aumentarán la sensibilidad a cerca del 90% de los casos (Guedes et al., 2002).
Se pueden utilizar muestras intestinales o heces frescas para la detección por PCR de L. intracellularis. La PCR en heces es menos sensible que en la mucosa intestinal, pero tiene la ventaja de que la muestra puede ser recogida en los cerdos vivos. Para superar la limitación de la sensibilidad de la PCR en heces, es importante recoger al menos de 10 a 15 muestras fecales de cerdos clínicamente sospechosos. Existen diferentes técnicas de PCR para L. intracellularis, que varían desde una única amplificación hasta qPCR, más sensible y que permite la cuantificación de la excreción fecal.
La detección de IgG sérica es una herramienta útil para evaluar la exposición previa a L. intracellularis. Como ejemplos tenemos al anticuerpo inmunofluorescente indirecto (IFA) (Knittel et al., 1998), el ensayo inmunoperoxidasa monocapa (IPMA) (Guedes et al., 2003) y el ELISA (Jacobson et al., 2011), que han demostrado buena sensibilidad y especificidad en estudios controlados de infección experimental.
El inicio de la detección de IgG sérica se produce en la segunda semana después de la infección y la duración varía de 2 a 12 semanas después de la detección inicial, dependiendo de la forma (aguda o crónica) y la gravedad de la enfermedad. Las primerizas, después de un brote de la forma aguda de ileítis, y los cerdos infectados con altas dosis de L. intracellularis pueden tener anticuerpos séricos hasta un periodo de 12 semanas, mientras que los cerdos de cebo subclínicamente infectados con infecciones de campo son seropositivos solamente 2 o 3 semanas. La serología, como prueba diagnóstica indirecta, se puede utilizar para comprender la cinética de la infección en la población y estimar el mejor momento para medicar o vacunar.
TRATAMIENTO DE LA ILEÍTIS
Hay dos escenarios distintos que deben considerarse en relación con la presentación clínica de ileítis en una explotación.
El primer escenario es cuando se produce un brote con signos clínicos caracterizados por diarrea y mortalidad. Esta situación se observa principalmente en granjas con la forma aguda o hemorrágica de la enfermedad. Cuando se confirma el diagnóstico se debe usar un protocolo agresivo de medicación.
Los animales enfermos tendrán que ser medicados mediante inyección con medicamentos antimicrobianos efectivos. Además, todo el lote de animales debería recibir medicación en agua con antimicrobianos durante un periodo de cinco a siete días y ser posteriormente reevaluados. Con frecuencia, es necesario mantener un tratamiento de seguimiento con antimicrobianos en pienso durante otras dos semanas.
El tratamiento de los brotes de la forma aguda es muy frustrante, ya que los animales que muestran signos clínicos están alrededor de la segunda semana post infección y como resultado, la tasa de supervivencia de los animales enfermos no es muy alta, y aún habrá animales que morirán durante los próximos 7 a 10 días, sin importar las acciones que se tomen.
Las granjas recién pobladas tienen un mayor riesgo de presentar problemas de ileítis, debido a que el 100% de las hembras son primerizas.
El segundo escenario se caracteriza por una presentación clínica más frecuente, diarrea pastosa en los cerdos en crecimiento asociada a algunos casos aislados de diarrea hemorrágica y un ligero aumento en la tasa de mortalidad.
La forma subclínica, en cambio, puede no presentar mortalidad y cursar con una disminución de los parámetros de crecimiento y mayor desigualdad.
El protocolo de tratamiento más rápido y más eficiente en estas situaciones es la utilización de antimicrobianos solubles en el agua de bebida, ya que los animales enfermos reducen el consumo de alimento.
No importa el tipo de presentación clínica, ya sea aguda o crónica, que pueda producirse en una explotación, el tratamiento de los brotes de ileítis es necesario para reducir las pérdidas.
Sin embargo, como estos brotes generalmente ocurren en la fase de cebo, la medicación siempre es costosa y también hay que considerar el impacto económico que supone la reducción de la tasa de crecimiento y la mortalidad.
Además, no existe un tratamiento específico para la forma subclínica de la enfermedad.
Si existe la sospecha de que la forma subclínica de ileítis está teniendo un impacto en la granja, la solución pasa por un enfoque preventivo.
PREVENCIÓN DE LA ILEÍTIS
El secreto para un control efectivo de la ileítis es la prevención basada en la exposición controlada de los animales a L. intracellularis, sin que se produzca enfermedad o que esta sea mínima, permitiendo el desarrollo de una respuesta inmune protectora.
La buena noticia es que esta inmunidad durará hasta la edad de sacrificio, y que estos animales no tendrán recaídas de la enfermedad.
La mala noticia es que estas exposiciones controladas son más fáciles de decir en teoría que de realizar en la práctica; no es una tarea fácil de realizar, ya que cada población puede tener diferentes cinéticas de infección dependiendo del flujo de los cerdos, instalaciones, tipo de suelo, densidad de alojamiento, etc.
Un protocolo muy utilizado para permitir la exposición controlada es el uso, durante la fase de cebo, de dos o tres pulsos de dosis terapéuticas de antimicrobianos efectivos frente a L. intracellularis, con intervalos de tres a cuatro semanas sin presencia de antimicrobianos.
El primer pulso de medicación generalmente se realiza al inicio del periodo de cebo y es seguido por dos o tres semanas sin medicación. Según la evolución de la enfermedad, este período permitiría la infección por un período corto de tiempo (de tres a cuatro semanas), seguido de la interrupción de esta con el comienzo de un nuevo pulso de medicación efectivo.
La necesidad de un tercer pulso dependerá de la presión de infección en cada granja.
Existe una clara tendencia a un control más estricto y una mayor limitación al uso de antibióticos que podrían afectar a estos protocolos.
La otra opción para desarrollar una respuesta inmune sólida en todos los animales de la granja sería el uso de vacunas.
El uso recomendado de la vacuna inactivada es mediante inyección intramuscular de cerdos de tres semanas o más, sin que exista interferencia con el uso de antimicrobianos. Los datos preliminares de la vacuna inactivada han demostrado resultados muy prometedores.
En conclusión, no existe una solución mágica que se adapte a todas las poblaciones de cerdos, y la mejor alternativa de control para ileítis debe elegirse para cada granja.
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