La ileítis tiene como agente causal L. intracellularis, cuya fuente de energía está dentro de las células epiteliales del intestino, provocando que los cerdos infectados tengan peor eficiencia energética.
Las infecciones digestivas con agentes bacterianos y/o víricos tienen efectos adversos, tanto en la estructura como en la función intestinal (Burrin, DG).
La ileítis porcina es una enfermedad bacteriana conocida también por otros nombres: enteropatía proliferativa hemorrágica, adenomatosis intestinal porcina, enteritis proliferativa porcina, enteritis necrótica, ileítis regional o terminal y “garden-hose gut”.
Su agente causal es la bacteria Gram negativa intracelular obligada Lawsonia intracellularis, que primero se cultivó in vitro y cuyo genoma se secuenció hace 15 años, aunque su patogénesis y sus factores de virulencia no son del todo bien conocidos.
Su fuente de energía está dentro de las propias células epiteliales del intestino a efectos de satisfacer sus necesidades nutricionales, a lo que llamamos “parasitismo energético”, de lo que deriva que los cerdos infectados tengan peor eficiencia energética.
Su descubrimiento en 1993 lo llevó a cabo en la Universidad de Edimburgo el Dr. Gordon Lawson, fallecido en enero 2018 a los 86 años tras una corta enfermedad.
Los cerdos afectados tienen diarrea pastosa, con tasa de morbilidad y mortalidad variable, destacando sobre todo la reducción en su ganancia media diariay las grandes variaciones de peso entre cerdos de la misma edad, siendo más frecuentes las infecciones subclínicas.
Las vacunas, tanto vivas como inactivadas, se usan en las granjas con buenos resultados técnicos y elevado retorno de la inversión. Actualmente pueden ser orales, intramusculares o intradérmicas.
Algunos estudios recientes vinculan la dinámica entre las infecciones por Lawsonia intracellularis y el microbioma digestivo de los cerdos, pudiendo ser interesante la formulación de dietas apropiadas que actúan sinérgicamente con las vacunas.
En base al estudio de sueros de cerdos en Estados Unidos, el 96,2% de todas las granjas son positivas, lo que representa que 77,2 millones de cerdos están afectados anualmente, suponiendo unas cuantiosas pérdidas económicas.
Otros estudios en Europa, llevados a cabo en granjas de Alemania, Dinamarca, España, Francia, Países Bajos y Reino Unido, demuestran que sobre el 90% de las granjas de cerdos están infectadas por Lawsonia intracellularis, provocando unas pérdidas, dependiendo de la gravedad, de entre 1-8 €/cerdo.
Estudios en nuestro país demuestran también la alta prevalencia, sobre todo con manifestaciones subclínicas y un relevante impacto económico que se traduce en pérdidas estimadas entre 1,3-18,5 €/cerdo afectado, con medias que van de 1,5-4,8 €/cerdo.
Podemos encontrar una descripción muy detallada de la enfermedad en el documento de trabajo de Iowa State University, que invito a leer con detalle.
Algunos investigadores de dicho centro, en el siglo pasado, lanzaron la hipótesis de que el cuadro clínico se manifestaba con más severidad en cerdos que eran alimentados con dietas ricas en cereales y pobres en vitaminas. Aunque es una apreciación que hoy consideramos, desde el punto de vista nutricional, simplista, no deja de apuntar a que dietas desequilibra-das dan origen a crecimientos dispersos, y por lo tanto gran heterogeneidad en los cerdos en el momento de llevarlos al matadero, con todas las penalizaciones que esto nos supone y que están valoradas en pérdidas de entre 1-3 €/cerdo comercializado.
Es bien conocida su rápida capacidad de transmisión, tanto vertical como horizontal, vía oro fecal, de forma que un solo cerdo infectado puede contagiar a la mitad de su corral en menos de un mes, o que el número de cerdos infectados semanalmente se puede triplicar.
Lógicamente, este riesgo aún es mayor en cerdos ibéricos que están en la fase de engorde al menos siete meses, lo que nos lleva a reflexionar sobre la importancia de la vacunación, tanto en cerdos blancos como ibéricos, a efectos de reducir el impacto económico de la ileítis porcina.
En base a numerosos trabajos de investigación, la vacunación reduce significativamente la transmisión entre los animales debido a una disminución en la excreción bacteriana, que se aproxima a la mitad frente a los no vacunados.
No menos transcendente es que la vacunación estimula tanto la respuesta inmunitaria celular como humoral, jugando un papel esencial en la protección de los cerdos, debido a que reduce los procesos inflamatoriosy mejora la relación vellosidades/criptas intestinales, paliando el efecto que provoca la bacteria sobre la hiperplasia de las criptas.
En el primer caso reducen las pérdidas energéticas y en el segundo mejoran la absorción de los nutrientes, lo que explica su efecto positivo sobre la eficiencia energética (mejora del índice de conversión) y la ganancia media diaria. La combinación de ambas nos da lugar a una mayor homogeneidad en el crecimiento de los cerdos.
En este punto debemos mencionar los trabajos recientes que relacionan las modificaciones en la microbiota intestinal provocadas por las infecciones debidas a Lawsonia intracellularis, dando lugar a una microbiota con menor diversidad, lo que no solo aumenta la susceptibilidad a otros patógenos entéricos (Balantidium coli, Brachyspira hyodisenteriae, Escherichia coli, Salmonella spp. y Trichuris suis), sino que reduce la respuesta inmune.
INTERACCIÓN NUTRICIÓN Y SANIDAD
El intestino de un cerdo tiene aproximadamente una longitud quince veces superior a su cuerpo.
El intestino delgado de un lechón recién destetado mide seis metros y el de un cerdo adulto entre 15-20 metros.
El desarrollo del aparato digestivo del cerdo comienza en la fase de gastrulación, es decir, en las primeras fases de la vida embrionaria (O´Doherty, J). En el mismo se produce la absorción de la mayoría de los nutrientes, desde el hierro en el duodeno, hasta los aminoácidos en el íleon (Szudzik, M).
Un sistema digestivo sano equivale a un cerdo sano y un cerdo sano es más eficiente energéticamente que un cerdo enfermo.
La microbiota es esencial en este aspecto, la cual va variando a lo largo de los diferentes tramos del digestivo, estando condicionada por factores tanto endógenos como exógenos (alimento, ambiente, manejo y sanidad).
La interacción de la microbiota con la salud digestiva y la inmunidad entérica son claves para alcanzar el potencial genético de los animales, sabiendo que dos terceras partes de las células inmunitarias tienen su origen en el intestino delgado (Smidt, H).
La microbiota, además de influir en la respuesta inmune protegiendo al cerdo frente a los patógenos intestinales, también influye en la competitividad por los nutrientes (Lewis, M).
Por todo ello, en infecciones por Lawsonia intracellularisse ve afectada la absorción de nutrientes y especialmente de aminoácidos, reduciendo su digestibilidad y eficiencia en la deposición proteica, provocando efectos negativos tanto en la ganancia media diaria como en el índice de conversión alimenticio.
Cuando se activa el sistema inmunológico del cerdo por la presencia de un agente infeccioso, las estimaciones de gasto nutricional para soportar el mismo varían, dependiendo de la gravedad del cuadro, desde un 0,5% al 9% de ciertos aminoácidos de la dieta, que no van a deposición de tejidos y sí a producción de leucocitos, anticuerpos y proteínas de fase aguda (Klasing, K), que aumentan el catabolismo y la pérdida neta de proteína muscular.
El progreso genético ha dado lugar a cerdos más magros, con un metabolismo proteico más activado y más eficientes (menos alimento para reponer un kilo de carne), estando a su vez correlacionado de forma negativa con su capacidad de respuesta al estrés (Kanp & Rawn), teniendo un impacto negativo sobre su respuesta antiinflamatoria (Chatelet, A) y funciones no productivas, como son la inmunidad, defensa frente al estrés oxidativo y el metabolismo proteico, que están involucrados en las variaciones sobre la eficiencia alimenticia (Le Floc´h, N).
Es por ello por lo que, ante el mismo agente infeccioso (Lawsonia intracellularis), la susceptibilidad general e individual de los cerdos actuales es superior a la de los de hace dos décadas y, por lo tanto, el riesgo sanitario es mayor a la hora de poder padecer infecciones clínicas o subclínicas con mayor impacto económico sobre la producción.
EXPERIENCIA PRÁCTICA
En este breve artículo, además de un repaso sobre los puntos de sensibilidad de la ileítis porcina y sus consecuencias sobre la producción, me permito exponer brevemente, según mi práctica diaria con el uso de la vacuna intramuscular, algunos datos de un último estudio* realizado sobre 29.400 cerdos ibéricos (hembra ibérica x macho Duroc) en fase 3 de engorde y que aparecen recogidos en la Tabla 1:
Otra mejora que encontramos fue la homogeneidad de los pesos a sacrificio, la cual queda patente en la Gráfica 1:
Por último, pero no menos importante, sobre todo si pensamos en la eficiencia de las medidas adoptadas, es valorar el beneficio que obtendremos por la vacunación frente a ileítis de los cerdos de crecimiento.
Si tomamos la variación de los datos productivos de esta prueba con ibéricos y los introducimos en el simulador de beneficio y ROI de SIP Consultors, nos da como resultado un beneficio de 7,95 €/cerdo, incluyendo el coste de la vacuna.
Si ese beneficio lo referenciamos al coste de la vacuna, que es la inversión (ya que no hemos tenido en cuenta la reducción de medicación), tenemos un retorno de la inversión de 6,63, con lo cual, no cabe duda de que la vacunación ha resultado muy rentable en este caso.
CONCLUSIONES
En base a los resultados obtenidos desde 2008 con la vacunación frente a ileítis en numerosas granjas comerciales, tanto de cerdo blanco como ibérico, puedo afirmar que obtenemos mejoras en numerosos apartados en cerdos vacunados frente a control sin vacunar, que coinciden con la mayoría de los trabajos publicados en la literatura científica:
Índice de conversión: de 30 a 50 gramos, lo que equivale a que en un engorde de cerdos blancos ahorramos entre 3-4 kilos de pienso y 6-8 kilos en ibéricos. Esto es debido a una mayor eficiencia energética (Kcal energía neta/kg carne repuesto).
Ganancia media diaria: de entre 14 y 30 gramos, lo que equivale a un peso medio a la misma edad de más de 1,4-1,6 kg en cerdo blanco y de 5,6-6,8 kg en ibérico, debido a una mejor digestibilidad de la dieta, reduciendo así el periodo de estancia en cebadero y aumentando el número de rotaciones anuales.
Mortalidad: con reducción entre 24-35% lo que también baja el coste por la retirada de cadáveres.
Gasto terapéutico: disminuyendo el mismo un 30-33% y alcanzando el objetivo de un uso más responsable de antibióticos con menor riesgo de resistencias anti-microbianas.
Homogeneidad: con mayor porcentaje de cerdos de más peso, lo que deriva en una mejor clasificación en matadero, reduciendo las penalizaciones y aumentando el porcentaje de piezas nobles, de gran calado en cerdos ibéricos. Observamos reducciones de la desviación estándar en los pesos de canales que van del 7,5-10,5%. Este punto lo considero de la mayor trascendencia e interés.
La eficacia se enfoca en el objetivo de controlar la ileítis porcina y la eficiencia en el proceso de vacunación para alcanzar los mismos.
En la eficacia utilizamos los recursos para alcanzar los objetivos, mientras que en la eficiencia nos centramos en el buen uso de los recursos disponibles, como es la vacunación, que se demuestra segura, de fácil aplicación y rentable.
Nuestros resultados nos permiten afirmar que la vacunación intramuscular frente a ileítis nos hace más eficientes y visibles.
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