Enfrentarnos al COVID19 requiere la adopción de medidas estrictas de higiene y bioseguridad, al igual que ocurre con el PRRS. ¿Hemos aprendido algo de esta pandemia?
Hay veces que invertimos muchas horas y saliva en inculcar conceptos que consideramos básicos, pero siempre nos acaba ganando la batalla la rutina y los malos hábitos adquiridos.
En cambio, cuando vivimos en primera persona una experiencia, nuestro cerebro parece más permeable a ella. Esto es similar a cuando te quedas en estado y no dejas de ver embarazadas por la calle, que hasta ahora eran totalmente invisibles para ti.
Algo parecido nos está pasando en estos momentos con el COVID-19.
A falta de vacuna o tratamiento específico, las únicas medidas posibles son las que ayudan a evitar el contacto con el virus: lavado de manos, mascarilla y distancia social.
Si lo llevamos a nuestro sector, ¿no os recuerda a algo que combatimos a diario desde hace 30 años?
Sí, me refiero al virus del PRRS (PRRSv). [registrados]
Salvando las distancias con el SARS-CoV-2, el PRRSv es poco contagioso pero muy infeccioso, y tiene una gran capacidad para persistir en las granjas, provocando brotes cada 1, 2 o 3 años, lo que lo convierte en una de las enfermedades con mayor impacto en la economía de la explotación.
La complejidad de este virus no se acaba aquí, ya que su elevada tasa de mutación hace que el genoma vírico cambie constantemente y sea extremadamente complicado producir una vacuna universal y efectiva.
En realidad, la medida más efectiva que tenemos en nuestras manos para combatir al PRRS es la BIOSEGURIDAD, algo de lo que venimos hablando AÑOS, pero que tal vez AHORA somos más capaces de entender porque lo sufrimos cada día en nuestra vida personal.
Por ello, me gustaría repasar todas las medidas de bioseguridad que nos ayudan a convivir y producir con el virus del PRRS, evitando brotes.
REPOSICIÓN
La entrada de animales externos siempre representa un enorme riesgo sanitario y, por ello, resulta vital realizar una buena adaptación.
En caso de no ser posible tener esta separación y que la nave de reposición se encuentre dentro del complejo de la Fase 1, deberíamos imaginarlo en nuestra cabeza como una instalación aparte.
En el caso de granjas PRRS+, la adaptación debería tener una duración de 12 semanas.
Debemos recordar que el objetivo es obtener animales inmunes que no estén excretando el virus en el momento de entrar en producción y, en consecuencia, obtener flujo de lechones negativos.
A su llegada a la granja, se debería realizar una extracción de sangre a las cerdas de reposición para evaluar la presencia de PRRS mediante ELISA y PCR, debiendo salir negativo a ambas pruebas.
Un resultado ELISA – es indicativo de que no ha habido contacto con el virus, condición necesaria a la hora de realizar la vacunación en la propia granja.
A diferencia de lo que sabemos del SARS-CoV-2, el virus del PRRS sí que induce la producción de anticuerpos, así que, en caso de tener animales positivos podría indicar un contagio anterior o vacunación.
La adaptación se divide en dos fases:
CUARENTENA
La cuarentena abarca las 4 primeras semanas que sirven para comprobar el estado sanitario en el que llegan los animales, de modo que, si las cerdas portan algún patógeno, tengan tiempo para manifestarlo y que nosotros podamos tratarlo.
Siguiendo con nuestra analogía, sería el aislamiento o confinamiento domiciliario tras posible contacto con el virus.
La infectena, como su nombre indica, constituye el periodo en el que las cerdas recién llegadas se infectan con nuestra población vírica y bacteriana de la granja, poniéndose en contacto con nuestra cepa de PRRS para que se “adapten” a ella.
También es el momento de empezar con el protocolo vacunal.
En el caso de vacunas frente al PRRS, mi recomendación sería hacerlo con vacunas vivas atenuadas, pero no existe un protocolo infalible, sino que corresponde a cada técnico adaptarlo a la realidad de cada granja.
GESTACIÓN
El utillaje también debería ser propio, siendo recomendable evitar procedimientos como el feedback.
MATERNIDAD
En el presente artículo reproducimos una hipotética situación de granja positiva a PRRS, pero sin un brote activo en el momento.
En caso de brote, las medidas deberían extremarse. Aunque lo ideal en una granja positiva a PRRS sería aplicar las técnicas de manejo McRebel, lo cierto es que el gran número de lechones derivado de genéticas hiperprolíficas dificultan su aplicación a rajatabla.
Las adopciones serán necesarias, ya que la mayoría de las veces tendremos más lechones que pezones, pero debemos seguir una serie de criterios:
Si el número de lechones nos obliga a hacer movimientos, debemos intentar que la unidad de trabajo TD–TF sea la propia sala, minimizando movimientos entre ellas.
El objetivo no es tener camadas perfectamente iguales, sino conseguir que todos los lechones puedan comer. Evidentemente nos encantan las camadas homogéneas, pero la realidad es que no siempre es posible.
TRANSICIÓN
En el caso de que la Fase 2 se encuentre dentro del núcleo de madres, tendremos que dar una vuelta de tuerca más a las medidas de bioseguridad interna.
Antes de entrar en la fase 2 es imprescindible cambiarse de ropa y calzado, realizando una correcta limpieza de manos, ya sea con jabón o con gel hidroalcohólico.
La recirculación del virus puede reflejarse en presencia de clínica respiratoria grave y, en estas ocasiones, si se determina que el PRRSv es el agente primario más probable, pueden llegar a tomarse medidas como la despoblación (factible si el estado de las madres es muy estable) o la vacunación de lechones.
Algunas vacunas vivas han demostrado ser capaces de reducir la transmisión entre animales, minimizando la carga vírica de la explotación.
En cuanto a la bioseguridad externa, pediría un momento de reflexión y sinceridad.
Durante el confinamiento, la mayoría de las explotaciones se cerraron a cal y canto, de modo que no entraba más que los imprescindible (pienso, medicamentos, semen y, solo cuando era realmente necesario, servicio técnico) y cuando las instalaciones no permitían hacerlo de otra forma. Los vestuarios y zonas comunes estaban impecables y se intentaba pasar en ellos el menor tiempo posible. Cuando finalmente se entraba, todos, absolutamente todos, lo hacían con guantes, mascarilla y calzas. Tampoco había reuniones, ni comidas, ni bares. ¡Durante ese tiempo apenas tuvimos brotes de nada!
Evidentemente, era una situación excepcional y todos los engranajes del sector tienen que volver a funcionar, tampoco digo que bares, comerciales y técnicos tengamos la culpa de todos los males. Estaría tirándome piedras en mi propio tejado.
Pero en un acto de sinceridad con nosotros mismos, seguro que reconocemos que todos extremamos las medidas, descubrimos alternativas factibles a las visitas sin entrar en las granjas o en tantas granjas el mismo día, y el resultado fue positivo.
Aprendamos de ello, que no caiga en el olvido y que se imponga lo mejor. Que algo bueno saquemos de esta maldita pandemia. [/registrados]
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