11 Jul 2019

Operación L+D en granjas porcinas

Unas buenas prácticas de limpieza y desinfección de las instalaciones porcinas es esencial para prevenir y controlar la Disentería Porcina.

Operación L+D en granjas porcinas

La Disentería Porcina, enfermedad entérica caracterizada por diarrea mucohemorrágica asociada a la bacteria Brachyspira hyodysenteriae, ocasiona cuantiosas pérdidas al sector porcino en todo el mundo.

Teniendo en cuenta que una de las principales vías de transmisión de esta bacteria es a través de heces y que el uso preventivo de antibióticos se encuentra cada vez más limitado, llevar a cabo

unas buenas prácticas de limpieza y desinfección de las instalaciones es esencial para prevenir y controlar la enfermedad.

Una de las rutinas que tenemos instauradas en el manejo diario de las granjas es la limpieza de las instalaciones y de los utensilios que empleamos de manera habitual. Quizá por la repetición sistemática del mismo proceso, se han adquirido ciertos vicios que disminuyen la eficacia de esta práctica tan importante.

Igual que ocurre con otras rutinas (aplicación de biocidas, control de visitas, movimiento de animales…) lo recomendable es hacer una revisión periódica de cómo trabaja el operario responsable y corregir los fallos que se hayan podido producir.

Para ello, lo mejor sería comenzar escribiendo un protocolo de limpieza donde se explique cómo debe de hacerse, para que sirva de guía a quien no lo haga habitualmente y también de repaso a quien es el responsable.

Dentro de este protocolo, además de definir quién se encargará de cada labor, hay que comprobar que se dispone del material adecuado para realizar todo correctamente y valorar qué es lo que se necesita, pues no todos los equipos son iguales, debiendo quedar por escrito todo lo relativo a estas operaciones:

 

Además, sería bueno dejar un registro de cada operación que se haga y las posibles incidencias que ocurran, para solucionarlas más fácilmente.

Esto es más necesario en las grandes granjas que se construyen hoy en día, porque hay varias personas para cada labor y podemos encontrarnos que, por falta de entendimiento, se ha quedado algo sin hacer.

Una vez establecido cómo realizar la limpieza, hay que centrarse en que se haga correctamente.

Todo comienza con una idea: manchar menos. Así pues, cuanto menos haya que limpiar, mejor se hará. Cuanta menos suciedad dejemos que se acumule será mejor para todos, por la menor carga de trabajo y por razones de bioseguridad (menos gérmenes en el ambiente) y de bienestar animal y de los trabajadores (espacios mas higiénicos).

Hoy en día, existen aparatos que facilitan esta labor y hay granjas que cada semana aspiran los pasillos y paredes para retirar el polvo que el pienso suelta al distribuirlo y que perjudica el ambiente, con el riesgo para aquellos trabajadores que aún van por las granjas sin mascarillas. Además, esta suciedad atrae a moscas y roedores, que son vectores biológicos y mecánicos de B. hyodysenteriae, poniendo en peligro la bioseguridad de la granja.

Podemos aprovechar para hacer la limpieza de los corrales más manchados, combinándola con la inspección diaria de los animales que hacemos al entrar en cada corral. Así se mueven y se observa mejor sus posibles problemas, sin suponer un tiempo de trabajo extra.

Una vez que toca limpiar lo que ha sido inevitable que se manche, es importante seguir los 7 pasos de la limpieza.

Si por cualquier motivo (el principal suele ser que el tiempo apremia y necesitamos introducir nuevos animales en ese espacio) se decide reducir alguno de ellos, hay que ser consciente del problema que puede suponer y el riesgo que asumimos. Por eso, muchas veces un mayor dimensionamiento de las instalaciones o una ligera reducción del censo ayudarían a que esto se realizase correctamente, pero ya sabemos la repercusión económica que tiene.

¿Valoramos las pérdidas económicas que una mala producción, por una limpieza deficiente, puede suponer?

Cuando nos propongamos hacer una correcta limpieza, debemos pensar que lo ideal es hacer lo que haríamos en la vida diaria cuando vamos a limpiar algo para nosotros mismos. Antes de fregar el suelo barremos, antes de lavar los platos retiramos los restos de comida, siempre usamos jabón y dejamos que todo se seque. Así pues, se trata de trasladar nuestras rutinas diarias de higiene al trabajo de la granja.

 

1.- RETIRAR SÓLIDO

La retirada del material sólido es un paso que se olvida muchas veces y no somos conscientes de que, si dejamos los restos más grandes de suciedad, estaremos limpiando su superficie, pero dentro quedaran los gérmenes, con el riesgo que esto supone.

Además, por las reacciones químicas de sus componentes, que suelen ser muy agresivos con el material de nuestras granjas, podemos encontrarnos que nuestra instalación se desgasta antes, ya que solo hay que fijarse como está de desgastado el suelo junto a los comederos por la interacción del pienso húmedo fermentado.

 

2.- REMOJAR

Antes de la limpieza es imprescindible humedecer previamente toda la superficie a lavar para que sea más fácil desincrustar, con el lavado posterior, los restos orgánicos que quedan.

En este punto es muy importante un buen control del tiempo, para que no sea ni demasiado corto (que no permita que la suciedad se reblandezca) ni demasiado largo (que se llegue a secar y no haya servido de nada).

Tanto en este punto como en el siguiente, es importantísimo tener en cuenta la temperatura del agua, ya que si esta es muy fría dificultará la desincrustación de las grasas de los restos sólidos, dificultando su retirada. Así pues, se debe valorar el coste que puede suponer calentar el agua de cara a una mejor limpieza de las instalaciones.

3.- APLICACIÓN DEL DETERGENTE

Por suerte, la aplicación del detergente es un punto que, hoy en día, se cumple en la mayoría de las granjas, aunque hasta hace unos años no era tan habitual.

Ya somos conscientes de la necesidad de adicionar diferentes tipos de productos químicos existentes en el mercado, de contrastada eficiencia y que permiten una mayor acción en el arrastre de suciedad y una mayor penetración del producto en los rincones mas recónditos de nuestras instalaciones, pues por el tipo de material que se suele usar (no suelen ser acabados lisos, sino rugosos) quedan muchos rincones donde acumularse la suciedad.

Además, actualmente muchos de los detergentes son espumantes y esto supone una ventaja porque aumenta el tiempo de contacto por su mayor adherencia y visualmente nos ayuda a ver por donde hemos limpiado ya y qué nos falta por hacer.

Pero no nos equivoquemos, el producto no limpia más por llevar espuma, limpia mejor.

El efecto de limpieza depende del principio activo del detergente, debiendo buscarse el más adecuado para cada granja, pues no es lo mismo que nuestra suciedad sea de tipo químico o de tipo orgánico.

 

4.- LIMPIEZA Y ACLARADO

Una vez que ya ha acabado la aplicación del detergente y que este ha actuado, pasamos a la limpieza en sí, arrastrando la suciedad a la vez que vamos aclarando.

En este punto, a veces hay dudas sobre la forma correcta de limpiar, de arriba hacia abajo o al revés. Si bien, parece que tiene más sentido que la suciedad caiga, hay opiniones variadas al respecto.

Por otro lado, también hemos de tener en cuenta que mucha espuma dificulta el aclarado, lo que requiere mayor gasto de agua.

 

5.- SECADO 

El secado es un punto clave de todo el proceso y es el que, por falta de tiempo, a menudo suele obviarse.

Si no se hace, diluiremos la dosis del desinfectante que apliquemos posteriormente al haber tanta agua en la superficie.

Así que, ya sea por medios naturales o artificiales (calor, ventilación, polvos secantes) es mejor dejar secar las superficies limpiadas.

 

6.- DESINFECCIÓN

Sobre la desinfección hay gran cantidad de información, siendo importante recordar que hay muchos y variados productos para esta labor, debiendo buscar el que mejor se adapte a nuestras necesidades.

Además, es importante conocer las características e indicaciones del producto para poder aplicarlo bien, especialmente teniendo en cuenta las dosis para el cálculo del coste, y no tener problemas al usarlo (los trabajadores deben usar equipos EPI necesarios y se deben gestionar bien los residuos).

Es recomendable informarse de las ventajas e inconvenientes de la combinación y rotación de productos para poder actuar frente a varios patógenos diferentes, pero para eso debemos de conocer los que tenemos en nuestra granja.

Si se decide hacer un proceso DDD completo, este es el mejor momento para completar la desinfección con desratización y desinsectación, algo muy recomendable, teniendo en cuenta el importante papel que tienen los roedores y los insectos en la transmisión de enfermedades como la Disentería Porcina.

7.- ESPERAR A LLENAR

Si se tiene tiempo, esto es la guinda de la correcta limpieza, ya que lograremos sacar el máximo provecho de cada operación, permitiendo que los productos hagan su función y que la falta de contaminación ayude a que disminuya o desaparezca la carga patógena.

La última recomendación es hacer monitorizaciones periódicas, tanto de cada paso (observando que los operarios hacen bien su trabajo, que se solucionan las incidencias y que se anota cada fase para solucionar las dudas que surjan, repasando el protocolo inicial), como del resultado final, siendo recomendable realizar periódicamente un cultivo al final del proceso de limpieza para saber si este está siendo efectivo o, si de lo contrario, no conseguimos disminuir la carga microbiana peligrosa.

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